Templo Evangélico Orizaba-Centro

HIMNARIO: HOSANNA EN LAS ALTURAS




UNA COLECCIÓN DE HIMNOS PARA USARSE EN LA ESCUELA DOMINICAL.

  • Publicaciones “El Sembrador”,
  • Apartado Postal 28,
  • 94300, Orizaba, Ver., México.
  • E-Mail: elsembrador@elsembrador.org.mx
  • Página web:www.elsembrador.org.mx


TERCERA EDICIÓN – 2008


1


   Jesús, de los niños amante Pastor,
Tu nombre alabamos con himnos de amor;
   Recibe, benigno, el tributo que así
Humilde se eleva, Señor, hacia ti.

     ¡Hosanna, hosanna,
     Hosanna al Señor!
     ¡Hosanna, hosanna,
     Hosanna al Señor!

   Del cielo de gloria bajaste en tu amor,
A ser de los niños el buen Salvador;
   Cual hombre humilde quisiste vivir,
Y en cruz, por salvarlos, la muerte sufrir.

   La muerte venciste y, conquistador,
Te vemos rodeado de gloria y honor;
   Mas hoy, como siempre, te dignas oír
El loor, que los niños, desean rendir.

   Llamando a los niños aún hoy estás,
Y a los que a ti acudan los bendecirás;
   Amigo eterno en ti hallarán,
Y luego, en la gloria, tu rostro verán.


2


Por lo hermoso que hay, Señor,
   En la tierra, cielo y mar;
Por tu paternal amor,
   Nuestra bendición sin par,
Te ofrecemos hoy, Señor,
   Alabanza y loor.

Por el día con su luz,
   Por la noche y el albor,
Por el valle y río azul,
   Por el árbol y la flor,
Te ofrecemos hoy, Señor,
   Alabanza y loor.

Por mostrarnos tu amor,
   Por cuidado paternal,
Por salud y por vigor
   Y por protección del mal,
Te ofrecemos hoy, Señor,
   Alabanza y loor.

Por tu inefable Don,
   Nuestro Salvador, Jesús,
Quien pagó nuestro perdón
   Por su muerte en la cruz,
Te ofrecemos hoy, Señor,
   Alabanza y loor.


3


     Niños y niñas a Dios alabad,
     Tiernas canciones alzad al Señor;
     Con los mayores a Cristo honrad
Y hablen con gozo del Don de su amor.
Vengan, trayendo ferviente canción,
Niños y ancianos, de Dios al altar,
     Traigan a él su corazón,
     Único don que podrá aceptar.

Niños, pues, cantad, de todas las naciones,
Niñas, pues, cantad, de todas las naciones,
     Y los hombres todos,
     Con alegres corazones,
A Jesús venid, que bendiciones os dará.


     Él es la fuente de toda bondad,
     Él es la vida, la luz y el calor;
     Sólo él nos libra de cruel ansiedad,
Sólo él aleja del alma el dolor.
Digno es, por tanto, que el hombre le dé
Gloria y honor que resuenen doquier;
     ¡Vamos a él, llenos de fe,
     Nos guardará con su gran poder!


4


No hay otro nombre; sólo en Cristo Jesús,
  Salvación se halla, la vida y luz.
Dios declara a su Hijo: único, gran Salvador,
  Debo oírle, creerle, aceptarle y darle loor.


5


Ni en la tierra ni en el cielo
   Hay un nombre cual Jesús;
Sobre todo él, solo, reina,
   Él es, solo, eterna luz.

Es Jesús mi gran riqueza,
   Hallo en él mi solo bien;
Valen más que todo el oro
   Los tesoros de su Edén.

Es Jesús mi gran sustento,
   Mi pan suave celestial;
De mis dichas y mi gozo
   Es el rico manantial.

Infinita es su ternura,
   ¿Quién la puede sondear?
Con los ángeles hoy quiero
   Su grandeza pregonar.


6


     Me gozo en Jesús,
     Que su trono de luz
Dejó, por comprar mi salud en la cruz.

          ¡Aleluya! El Cordero,
          De mi vida el sostén,
          Triunfó en el madero:
               ¡Aleluya! Amén.

     Mis culpas sentí,
     Y contrito acudí
A Cristo, refugio eternal para mí.

     Y así tengo yo
     En Jesús que me amó,
La paz y el perdón que con sangre compró.

     Si hay penas aquí,
     Gozo eterno hay allí,
Do Cristo prepara lugar para mí.


7


Da gusto cantar del nombre sin par,
   Emblema de luz y amor.
Se lo reveló el ángel de Dios
A la madre del Salvador.

   —¡Oh, nombre sin par!
   El nombre que nos salva.
   Es luz y amor que inspira fervor,
   JESÚS, el bello nombre.

Grato es recordar el nombre sin par
   De aquel que es de Dios el Don.
Él, cuando nació, se comprometió
   Conseguir nuestra salvación.

En todo lugar el nombre sin par
   Inspira al corazón:
Del cielo de luz nos llama Jesús
   Para darnos la salvación.


8


De su palacio celestial
A humilde casa terrenal
Bajó Jesús, ¡oh, qué amor!
Pues vino a ser mi Redentor.

De todos tuvo compasión,
Les dio salud, les dio perdón.
A los enfermos él sanó
Y a muchos tristes, consoló.

A ciegos él la vista dio
Y a multitudes enseñó
Que Dios su Padre le mandó,
Y el pueblo no le comprendió.

Lleváronle a muerte cruel
Y él sufrió cual Hijo fiel.
Las manos que hicieron bien
Clavadas fueron: ¡Qué desdén!

Sí, él murió; murió por mí,
La Biblia me lo dice así.
Mas resurgió y en gloria está,
¡Cual Rey triunfante volverá!


9


Dios de tal manera a este mundo amó:
Que a su propio Hijo, en su gracia dio,
Para que cualquiera que confía en él,
Vida eterna tenga en vez de perdición.


10


Tú dejaste tu trono y corona por mí,
   Al venir a Belén a nacer;
Mas a ti no fue dado el entrar al mesón,
   Y en pesebre te hicieron nacer.

   Ven a mi corazón, ¡oh Cristo!
     Pues en él hay lugar para ti.
   Ven a mi corazón, ¡oh Cristo, ven!
     Pues en él hay lugar para ti.


Alabanzas celestes los ángeles dan
   En que rinden, al Verbo, loor;
Mas humilde viniste a la tierra, Señor,
   A dar vida al más vil pecador.

Alabanzas sublimes los cielos darán,
   Cuando vengas en gloria, Señor;
Y tu voz en las nubes dirá: ¡Ven a mí!
   Hay lugar para un fiel servidor.


11


El camino hacia Dios
Del pecado y maldad,
Fue abierto por Cristo
En su grande bondad.
La cruz del Calvario
Es, en verdad,
El lugar desde donde comienza.


12


   Cristo Jesús del cielo descendió
Para salvarme de la perdición.
   ¡Qué grande amor así me desplegó!
Ahora yo me gozo de su salvación.

Le amo, le amo, porque él me amó a mí,
Y quiero complacer a Cristo siempre aquí.

   Por mí murió, ¡oh cuánto le costó
El redimirme de mi iniquidad!
   Mas de la muerte el Salvador triunfó:
Ocupa ya el trono de la Majestad.

   Pronto Jesús vendrá y me llamará,
En su presencia yo me gozaré.
   Mi corazón hoy anhelando está
El día en que sus glorias yo contemplaré.


13


Canto, canto, siempre canto
     De Jesús mi amigo.
Él me salvó y me perdonó;
Me llevará a su gloria,
Do le veré y seguiré
     Cantando, sí, cantando.


14


He aquí un tierno niño,
Hospedado en mesón,
Acostado en pesebre,
De los ángeles canción.
     ¡Es Jesús! ¡Es Jesús!
     A Jesús yo encontré.
     ¡Es Jesús! ¡Es Jesús!
     Ya es dueño de mi fe.


Ved al Hijo predilecto,
Escuchad de él la voz.
Cristo, en el monte santo,
Proclamado es por Dios.
     ¡Es Jesús! ¡Es Jesús!
     A Jesús mi culto doy.
     ¡Es Jesús! ¡Es Jesús!
     Es mi esperanza hoy.


Ved al Hombre de Dolores
Demostrando su amor.
Ved cómo, entre malhechores,
Sufre por el pecador.
     ¡Buen Jesús! ¡Buen Jesús!
     Tú quitaste mi dolor.
     ¡Buen Jesús! ¡Buen Jesús!
     Mi confianza, fe y amor.


15


     Sigo, sigo, siempre sigo a Cristo,
En la luz de su cruz, siempre estaré:
     Sigo, sigo, siempre sigo a Cristo,
Aunque sea la lucha dura, fiel seré.


16


   Me asombro al saber
Del amor que me da Jesús.
   Me pasmo a la luz
De la gracia que él me dio,
   Y tiemblo al saber
Que por mí con dolor sufrió:
   Por mí, pecador,
Al morir en infame cruz.

¡Qué maravilla es
Que él me amara así
Hasta morir por mí!
¡Qué maravilla es:
Él murió por mí!

   Yo me maravillo,
Que Cristo Jesús dejó
   Su trono, y vino
Mi alma a rescatar;
   Que siendo tan malo
Me quiso su amor mostrar,
   Pues él, con su sangre,
Mis culpas ya redimió.

   Sus manos heridas
Mis deudas pagaron ya:
   Jamás su merced
Y su amor yo olvidaré.
   Ferviente y con preces,
Su gracia ensalzar podré
   Allá en la gloria,
Do Cristo lugar me da.


17


Quiero contarte la historia de un Rey
   Que su palacio un día dejó,
Pues le ofrecieron venir a nacer
   En un pesebre, en pobre rincón.

Quiero contarte la historia de un Rey
   Que su corona un día cambió.
Quiso venir a este mundo a vivir:
   Por su corona, una cruz recibió.

Quiero contarte la historia de un Rey
   Que su riqueza un día entregó,
Pues le pidieron venir a pagar
   Toda mi cuenta, por tanta maldad.

Quiero contarte un secreto también,
   Guárdalo siempre en tu corazón:
Esta historia es de Cristo Jesús...
   Lo hizo él por mí... También por ti.


18


Al Calvario, solo, Jesús ascendió
   Llevando pesada cruz;
Y al morir en ella, al mortal dejó
   Un fanal de gloriosa luz.

   Jesucristo me guiará,
   Jesucristo me guiará,
Al hogar de paz y eterno amor:
   Sólo Cristo me guiará.


En la cruz, el alma, tan sólo hallará
   La fuente de inspiración.
Nada grande y digno en el mundo habrá
   Que en la cruz no halle aprobación.

Yo por ella voy a mi hogar celestial,
   El rumbo marcando está.
En mi oscura vida será el fanal,
   Mi alma siempre su luz verá.


19


     ¿Quién oye hoy la voz de Cristo?
     ¿Quién a su lado resuelve ir?
Ya que son muchos que a él han llegado,
     ¿Por qué no quieres tú decir:
     Yo seguiré, yo seguiré
     Yo seguiré a Jesucristo.
Sí, seguiré a Jesucristo hoy. Hoy le seguiré?


20


¿Quién del cielo descendió
  Y en pobreza aquí nació?

  Fue Jesús, el Rey de gloria,
  Fue por mí, ¡sublime historia!
  ¡Cuánto amor así mostró
  A un rebelde como yo!

¿Quién fue aquel que haciendo bien
  Fue tratado con desdén?

¿Quién, en densa oscuridad,
  Expiró por mi maldad?

Del sepulcro, ¿quién salió
  Y al cielo ascendió?

¿Quién, que hoy en gloria está,
  Dijo que regresará?


21


Sobre una cruz vi a mi Señor
    Cuando él por mí murió.
En mí probó su grande amor:
    Mis culpas él expió.

    Fue en la cruz, en la cruz,
    Do primero vi la luz,
Y las manchas de mi alma yo lavé.
Fue allí por la fe que vi a Jesús,
    Y feliz para siempre yo seré.


22


De tal manera Dios amó
   Al mundo pecador,
Que a su Hijo amado dio:
   Propuesto Redentor.

   Deja su esplendor,
   Nace en un pesebre,
   La cruz del malhechor
   Con voluntad él lleva.
Mas, de la historia de Cristo,
   Lo que me gusta oír
   Es la gran verdad:
Todo lo hizo Jesús por mí.


De tal manera nos amó
   El Hijo en venir,
Que en cruz su sangre derramó,
   Su pueblo a redimir.

Paciente hoy nos llama Dios
   Por el Espíritu.
Repite en dulce y clara voz
   La historia de Jesús.


23


      Cada día con Cristo,
      Me llena con perfecta paz;
Cada día con Cristo, le amo más y más;
      Él me salva y guarda,
      Y sé que él pronto volverá:
Y vivir con Cristo, más dulce cada día será.


24


Yo voy viajando, sí, al cielo voy.
Yo cantaré aquí, al cielo voy.
     Tu muerte en la cruz
     Me lleva a la luz,
     Do te veré, Jesús,
Do te veré, Jesús. Al cielo voy.

Si luchas hay aquí, al cielo voy,
Mi fe está en ti, al cielo voy.
     Contigo, mi Señor,
     Jamás tendré temor,
     Soy más que vencedor,
Soy más que vencedor. Al cielo voy.

Soy peregrino, sí, al cielo voy.
Ando por fe aquí, al cielo voy.
     ¡Qué dicha sin fin será
     Ver a Jesús allá!
     Él mi placer es ya,
Él mi placer es ya. Al cielo voy.


25


     ¡Soy feliz!, y te diré por qué:
     Sé que Jesucristo me salvó.
     De su gracia siempre cantaré:
     Sé que Jesucristo me salvó.
La tremenda carga de mi corazón,
Cristo la cambió en dulce bendición.
Por eso, soy feliz, y te diré por qué:
     Sé que Jesucristo me salvó.


26


Cristo, cuando aquí bajó,
Antes que en la cruz murió,
A los niños recibió:
     Niños como yo.

Madres los llevaron, sí;
Mucha gente hubo allí;
Dijo él: “Venid a mí”:
     Niños como yo.

A ninguno rechazó,
Mas a todos convidó.
A los niños él amó:
     Niños como yo.

Pues Jesús por mí murió;
Él al niño redimió;
A los muchos él salvó:
     Niños como yo.


27


Es feliz el niño que en Jesús confió,
Y también la niña a quien perdonó.
     Ni al más pequeño
     Rechaza el Salvador;
     Todos tienen parte
     En su grande amor.


28


Jesucristo dijo,
   Cuando estaba aquí:
“Quiero que los niños
   Vengan hoy a mí.”

Tanto amó a los niños
   El Señor Jesús,
Que murió por ellos
   En la amarga cruz.

Ven, oh niño, ahora,
   Al Señor Jesús,
En la primavera
   De la juventud.

Cristo quiere darte
   Mucha bendición,
Quiere rescatarte
   De la perdición.


29


   Jesucristo ama a los niños
Y también los quiere él salvar:
   De todas las naciones
   Y todos los colores,
Él quiere ver a todos en su santo hogar.


30


¿No quieres ser de Cristo desde hoy?
¿No quieres ser de Cristo desde hoy?
     Es grande el engaño
     Que resultará en tu daño
El decir que en otro año sea mejor.

¿No amarás a Cristo desde hoy?
¿No amarás a Cristo desde hoy?
     A ti él ha amado
     Y del cielo ha bajado,
Él la cruz por ti ha llevado en su amor.

Entrégate a Cristo desde hoy.
Entrégate a Cristo desde hoy.
     Será tu fiel amigo,
     Y tendrás seguro abrigo
Contra todo enemigo, desde hoy.

Dios quiere que le sirvas desde hoy.
Dios quiere que le sirvas desde hoy.
     Tu corazón entrega
     Y sin miedo ni reserva
Cumple todo lo que quiera él de ti.


31


Con cinco panes y dos pececillos
   Alimentó el Señor Jesús
A multitudes que le habían seguido
   Y que buscaban oír su voz.

Fue sólo un niño, como tú, como yo.
El que gustoso, se lo dio al Señor.
Y fue así como pudo el Maestro,
   Alimentar a una multitud.


Tú tienes algo que puede ser útil,
   Si se lo entregas ahora a Dios.
Eres un niño, tal vez muy pequeño,
   Mas para Dios eres de valor.

Dale tu vida, tu amor y tus fuerzas
   Todo tu ser y tu corazón.
Pon a sus pies lo que eres y tienes,
   Que un día Dios lo habrá de usar.


32


Los niños que acuden
   A Cristo el Salvador,
De su amor no duden:
   Son joyas del Señor.

Joyas, joyas, joyas,
Joyas del Salvador.
Los niños que le aman:
Son joyas del Señor.


Su Dios los ha nombrado:
   “Tesoro especial,”
Y los ha destinado
   A gloria celestial.


33


Yo sé que hay un nombre sin igual
Que exhala su fragancia celestial;
Grata salvación, toda bendición,
Imparte este dulce nombre.

Nombre de dulzura es “JESÚS”
Nombre inspirador, de mi Redentor.
Tres veces fue escrito en su cruz:
¡Oh, nombre de dulzura es “JESÚS”!


Entre los santos nombres del Señor,
Hay los de su poder y esplendor;
Puede ser quizá que amamos más
A éste, su precioso nombre.

Se apartó el hombre de su Dios,
Mas en Jesús unidos son los dos.
Reconciliación y consolación,
Nos brinda este dulce nombre.


34


     Hallé un buen amigo,
     Mi amado Salvador;
Cantaré lo que él ha hecho para mí:
     Hallándome perdido
     E indigno pecador,
Me salvó y hoy me guarda para sí.
     Me salva del pecado,
     Me guarda de Satán,
Y promete estar conmigo hasta el fin.
     Él consuela mi tristeza,
     Me quita todo afán:
¡Grandes cosas Cristo ha hecho para mí!


35


Jesucristo ha venido
  En busca de joyas;
Todo niño redimido
  Su joya será.

Como estrellas que brillan,
Son los niños que le aman;
Los tesoros que adornan
  Al Rey y Señor.

Tiene Cristo en su corona
  Brillantes preseas:
Cada joya que le adorna
  Con sangre compró.

Él escoge por tesoros
  Los niños amantes,
Y en su seno los corderos
  Acoge Jesús.

Es su sangre derramada
  Que compra las joyas;
Ningún alma no lavada
  Su reino verá.


36


Padre, yo he pecado contra ti,
¡Miserable, indigno e infeliz!
Por Jesús, ten compasión de mí:
     Padre, heme aquí.

     Heme aquí, vengo a ti.
¡Oh, Padre mío! ten piedad de mí,
     Yo vengo a ti. Heme aquí,
     Tal como soy, yo vengo a ti.


¡Qué cosecha amarga recogí!
¡Qué engañado del pecado fui!
Cristo tuvo compasión de mí:
     Padre, heme aquí.

Lo que he sufrido merecí,
No soy digno de acercarme a ti,
Mas tu Hijo ya murió por mí:
     Padre, heme aquí.


37


Aguas vivas de la fuente
Nos dará el buen Jesús:
Son de aquella gran corriente,
La que nace de la cruz.

Tomaré de esas aguas,
De esas puras refrescantes aguas.
Siempre tomaré de esas aguas
Que a todos dan salud.


38


     Jehová es mi Pastor,
     Me apacienta con amor,
En sus pastos delicados paceré:
     Descansando sin temor,
     Al abrigo del Señor,
De las aguas de reposo beberé.

     El Señor me pastorea,
     Nada aquí me faltará,
     Junto a él caminaré,
     En su brazo confiaré,
Nada, del amor de Dios, me apartará.

     Mi Pastor me guardará,
     Siempre me confortará,
Por las sendas de justicia me guiará.
     En el tiempo de dolor
     Me será consolador,
En mi corazón su paz infundirá.

     ¡Oh!, tan fiel es mi Pastor,
     Tan constante es su amor,
Que mi copa rebosando siempre está.
     Cuando en valle oscuro esté,
     Mal ninguno temeré,
A la casa de mi Dios iré a morar.


39


Creen el mensaje de salvación,
     Unos sí; otros no.
Libres ya son de condenación…
     — ¿Y tú?… ¿Y yo?…
Cristo te llama, ¿contestarás?
Quiere tu vida, ¿se la darás?
¿Sabes si Dios ya te perdonó?
     — ¡Yo sí!, ¿y tú?

Han entregado su corazón,
     Unos sí; otros no.
Gozan de vida y de perdón…
     — ¿Y tú?… ¿Y yo?…
El día de gracia terminará
Y la oferta se acabará,
¿Has decidido creer en Dios?
     — ¡Yo sí!, ¿y tú?

Viven seguros y sin dudar
     Unos sí; otros no.
Firme en Cristo su fe está…
     — ¿Y tú?… ¿Y yo?…
Cuando estés en la eternidad
Tu decisión no podrás cambiar.
¿Tienes en gloria ya un lugar?
     — ¡Yo sí!, ¿y tú?


40


Si tienes hambre y sed de Dios,
Oye hoy del buen Jesús la voz:
Quien viene y cree en mí acá
Ya hambre y sed jamás tendrá.
     No, nunca, nunca ya,
     Sed ni hambre sentirá.
     No, nunca, nunca ya,
     Sed ni hambre sentirá.
     A aquel que en mí confía hoy,
     Completa salvación le doy.


41


Una voz del cielo se oye resonar:
     Dad la luz, dad la luz;
Muchas almas viven en la oscuridad,
     Dadles luz, dadles luz.

     Dadles luz, la santa y pura luz
     De Jesús el Salvador.
     Dadles luz, la santa y pura luz,
     Proclamad su grande amor.


Escuchad la voz que dice sin cesar:
     Dad la luz, dad la luz.
La misión cumplamos que el Señor nos da,
     Demos luz, demos luz.

En su nombre siempre, siempre por doquier
     Demos luz, demos luz.
Que el mundo nuestras vidas pueda ver
     Dando luz, dando luz.

Cual antorchas vivas vamos con fervor
     Dando luz, dando luz;
Que saquemos almas fuera de su error
     A la luz, a la luz.


42


Ven, oh, ven conmigo,
     A la gloria voy,
Sin perder más tiempo,
     Ven conmigo hoy.
Cristo está llamando,
     Grande es su bondad;
Él es el camino,
     Vida y verdad.

Ven, oh, ven conmigo,
Muchos vienen ya.
Ven a Jesucristo:
     Te recibirá.

Ves que son felices,
     Que contentos van,
Los que en Cristo creen,
     Salvos ya están.
Dulce es el nombre
     De su Salvador,
Firme es su promesa,
     Fuerte es su amor.


43


¿Quieres saber por qué soy feliz?
¿Te interesa ver mi corazón?
¿Quieres saber por qué soy así?
¿Te admira que en mí, no hay temor?
     Si me escuchas, te diré:
     Yo soy salvo por la fe;
     Cristo me habló,
     Yo su voz escuché;
A sus pies, rendido, me postré.
Hoy vive siempre en mi corazón.


44


¿Quieres ir gozando en la senda aquí?
¿Quieres que el Señor te utilice a ti?
Abre bien la puerta de tu corazón,
     Que entre la divina luz.

     Que entre la divina luz,
     Que entre la divina luz;
Abre bien la puerta de tu corazón,
     Que entre la divina luz.

¿Es tu fe tan débil en la oscuridad?
¿Son tus fuerzas pocas contra la maldad?
Abre bien la puerta de tu corazón,
     Que entre la divina luz.

¿Temes que en la lucha no podrás vencer?,
¿Que con las tinieblas has de contender?
Abre bien la puerta de tu corazón,
     Que entre la divina luz.


45


El mundo perdido en pecados se vio:
     Jesús es la luz del mundo.
Mas en las tinieblas la gloria brilló:
     Jesús es la luz del mundo.

     ¡Ven a la luz, no quieras perder
          Gozo perfecto, al amanecer!
     Yo ciego fui, mas ya puedo ver.
     ¡Jesús es la luz del mundo!

Vivir en él vuelve la noche en día,
     Jesús es la luz del mundo.
Andemos en luz y sigamos al Guía,
     Jesús es la luz del mundo.

¡Oh ciegos y presos de lóbrego error!
     Jesús es la luz del mundo.
Él manda lavaros y ver su fulgor,
     Jesús es la luz del mundo.


46


Jesús no vino a condenar
     Al pobre pecador;
Mas vino para rescatar
     A todos en su amor.
Y al proclamar que salva,
     Al proclamar que salva,
Al proclamar que salva él,
     Decimos la verdad.


47


Soy feliz, sí, sí y cantando estoy;
Grande gozo hay en mi corazón:
Jesús me libertó del yugo de Satán.
Soy feliz, sí, sí y cantando estoy.

Tengo paz, paz, paz en mi corazón,
Tengo gratitud a mi Salvador.
Desde el día que en Cristo yo creí,
Tengo paz, paz, paz en mi corazón.

¿Temeré? No, no. ¿Dudaré? No, no.
¿Hablaré? Sí, sí, del amor de Dios.
Su Hijo al mundo envió a ser mi Salvador,
¿Hablaré? Sí, sí, del amor de Dios.


48


     En el libro sagrado de Dios,
     El capítulo tres de San Juan,
     He leído de cómo en Jesús
     Mis pecados quitados serán.
—¡Sí, oh sí! Mis pecados quitados serán.

     Es el verso dieciséis,
     El que dice que Dios nos amó,
     Y que para mi alma salvar
     A su único Hijo envió.
—¡Sí, oh sí! A su único Hijo envió.


49


Crucificado por mí fue Jesús,
     De tal manera me amó.
Sin murmurar fue llevado a la cruz,
     De tal manera me amó.

     De tal manera me amó,
     De tal manera me amó;
Cristo en la cruz del Calvario murió,
     De tal manera me amó.


El inocente Cordero de Dios,
     De tal manera me amó.
Que por salvarme sufrió muerte atroz,
     De tal manera me amó.

En mi lugar padeció aflicción,
     De tal manera me amó.
Él consumó mi eternal salvación.
     De tal manera me amó.


50


— Llama bondoso a los niños Jesús,
          Su voz puedo oír.

— Dejad que los niños se acerquen a mí;
          No los estorbéis.


— Es de los niños el reino de Dios,
          Dijo el Señor.

— Tu bendición, ¡oh amado Señor!
          Dame a mí también.


51


¡Oh bondad tan infinita
Hacia el mundo pecador!
Dios, en Cristo, revelando
Su eternal y santo amor.

     Es Jesús, para mí,
     La esperanza de salud.
     Sólo en él hallaré
     La divina plenitud.

Como el vasto firmamento,
Como el insondable mar,
Es la gracia salvadora
Que Jesús a mi alma da.

Aunque fueren tus pecados
Rojos como el carmesí,
En el río del Calvario,
Hay limpieza para ti.


52


Cristo rompe las cadenas,
Cristo rompe las cadenas,
Cristo rompe las cadenas,
     Y me libra a mí,
     Y me libra a mí.


53


¡Oh! cantádmelas otra vez,
     Bellas palabras de vida.
Hallo en ellas mi gozo y luz,
     Bellas palabras de vida.
Sí, de luz y vida
     Son sostén y guía.

¡Qué bellas son! ¡Qué bellas son!
     Bellas palabras de vida.
¡Qué bellas son! ¡Qué bellas son!
     Bellas palabras de vida.

Jesucristo a todos da
     Bellas palabras de vida.
Hoy escúchalas pecador,
     Bellas palabras de vida.
Bondadoso te salva,
     Y al cielo te llama.

Grato el cántico sonará,
     Bellas palabras de vida.
Tus pecados perdonará,
     Bellas palabras de vida.
¡Oh, cuán grande es su gracia!
     Dios a nadie rechaza.


54


Pon tu delicia en el Señor,
Y Jehová, al escuchar la petición
Que tienes en tu corazón,
Contestará, te lo dará.


55


¿Cómo me podré salvar?
     Por la preciosa sangre.
Paz con Dios me puede dar,
     Sólo esa misma sangre.

     Tan rica fuente ve,
Pues todo aquel que cree
     Alcanza, por la fe,
Vida por la misma sangre.


Cristo hizo redención
     Por su preciosa sangre.
Puedes alcanzar perdón
     Por su preciosa sangre.

La salud en Cristo está
     Por su preciosa sangre.
Vida eterna Dios dará
     Por su preciosa sangre.


56


Junto a la cruz do Jesús murió
Junto a la cruz do salud pedí;
Ya mis pecados él perdonó:
     A su nombre gloria.

A su nombre gloria,
A su nombre gloria;
Ya mis pecados él perdonó:
     A su nombre gloria.


57


Conmigo está,
Sí, siempre está:
Jesús, mi grande Amigo,
Nunca me abandonará.
Conmigo está,
Qué gozo me da
Saber, que todo el camino,
Él a mi lado estará.


58


Otro amigo cual Jesucristo,
     No lo hay, no lo hay.
Dice que él estará conmigo
     Hasta el fin, hasta el fin.
Conoce todas nuestras luchas;
     Y sólo él nos sostendrá.
No hay cual Jesús otro fiel amigo.
     No lo hay, no lo hay.


59


Sin ti, Jesús, nada bueno haré;
En mis flaquezas jamás venceré;
Sólo en tus fuerzas podré pelear
     Y la victoria ganar.
Nunca, nunca quiero dejarte
     Jesús, Salvador.
Nunca, nunca, ni tu amor olvidar.


60


¡Oh!, día alegre en que Jesús
A sí, con gracia me llamó,
Y me hizo ver que en su cruz
Del mal mi alma rescató.

¡Oh día feliz! ¡Oh día feliz!
En que su voz yo escuché;
Él me llamó y me lavó,
De gozo y paz llenó mi ser.
¡Aleluya! Salvo soy, sí, salvo soy,
Un día a Cristo yo veré.

Él me apartó de mi maldad,
Él me mostró su compasión.
Me guía hoy en santidad,
¡Qué grande es mi salvación!

Mi corazón descansará
En él, mi grande Salvador;
Paz y sosiego gozará,
Gustando siempre su amor.


61


Ciego, pobre y triste me encontraba yo,
Pero, por su muerte, Cristo me salvó;
Y aunque mucho ignoro, digo: Una cosa sé.
     Una cosa sé, una cosa sé:
     Dios en su gracia me perdonó,
     Del vil pecado me libertó,
     Mis ojos ciegos él ya abrió,
     Por Jesús me salvó.


62


Da lo mejor al Maestro,
Tu juventud, tu vigor;
Dale el ardor de tu vida,
Del bien luchando en favor.
Cristo nos dio el ejemplo
De su pureza y valor;
Da tu lealtad al Maestro,
Dale de ti lo mejor.

Da lo mejor al Maestro,
Tu juventud, tu vigor.
Por la verdad lucha siempre,
Que va contigo el Señor.

Da lo mejor al Maestro,
Ríndele fiel devoción.
Sea su amor tan sublime,
El móvil de cada acción.
Puesto que al único Hijo
Dionos el Padre de amor,
Sírvele con alegría,
Dale de ti lo mejor.

Da lo mejor al Maestro,
Que incomparable es su amor.
Pues al morir por nosotros,
Dejó su regio esplendor.
Sin murmurar dio su vida
Por el más vil pecador;
Ama y adora al Maestro,
Dale de ti lo mejor.


63


Grata noticia: ¡Viene Jesús
Por los ya salvos mediante su cruz!
¡Para llevarlos con él a morar,
     Sí, pronto viene el Señor!
     
Cristo Jesús por su iglesia vendrá,
     Sí, pronto regresará.
Para el creyente, qué gozo será
     Ver a su amado Señor.

Con alegría y aclamación,
Voz de arcángel, trompeta de Dios,
Viene Jesús con cabal salvación,
     Sí, pronto viene el Señor.

Los que han dormido, despertarán,
Y con los vivos se reunirán,
Todos unidos por siempre estarán,
     Cuando viniere el Señor.


64


Todo mi corazón entrego
   A mi Salvador.
Lo limpiará y en él morará:
   Será mi Señor y dueño.


65


Pequeño soy, mas sé que Dios
   Mi voz escuchará:
Su Hijo es mi Salvador,
   Quien gracia me dará.

Pequeña luz quisiera ser
   En la oscuridad,
Cumpliendo siempre mi deber,
   Brillando en verdad.

Quisiera ser pequeña flor,
   Mi afán: el agradar.
Y en todo tiempo, en derredor,
   Fragancia derramar.

Mi voz pequeña cantará
   De Cristo, mi Señor:
Yo quiero que mi vida sea
   Canción y luz y flor.


66


Oye, Dios, la oración
     Que se eleva de mi alma,
Guárdame en tu santo amor
     Y presérvame del mal.
Hazme fuerte y leal
     Al trabajo y deber.
Hazme puro y veraz,
     Más cual Cristo que ayer.


67


Aunque soy pequeñuelo
     Me mira el santo Dios;
Él oye desde el cielo
     Mi humilde y tierna voz.

Me ve de su alto asiento,
     Mi nombre sabe, sí,
Pues cuanto pienso y siento,
     Conoce desde allí.

Él sabe a cada instante
     Lo que hago, bien o mal,
Pues todo está delante
     De su ojo paternal.


68


¿Cómo es que sé que salvo soy?
     Lo dice mi Señor.
¿Cómo es que sé que al cielo voy?
     Lo dice mi Señor.

¡Fuera la duda y el temor!
     Pues por la fe lo sé,
Que Cristo es mi Salvador.
     Y a todos lo diré.


¿Cómo es que sé que no caeré?
     Lo dice mi Señor.
¿Cómo es que sé que venceré?
     Lo dice mi Señor.


69


Cristo bendito,
Yo tierno niño,
Por tu cariño
Me llego a ti;
Para rogarte,
Humildemente,
Tengas, clemente,
Piedad de mí.

Quiero, a tus plantas,
Con alegría
Sentarme un día
Donde tú estás.
¡Oh Cristo mío!
Quiero buscarte,
Anhelo amarte
Cada vez más.


70


     Cuando huían de Egipto
     Los del pueblo de Israel,
     El mar estaba enfrente
     Y atrás venía Faraón;
     Mas Dios secó las aguas
     Y un camino les abrió;
     Y el Dios de esos días,
     Es el mismo Dios de hoy.

Siempre fiel, siempre igual,
Nuestro Dios no cambiará:
Dios de ayer, Dios de hoy:
     ¡Inmutable, eternal!


     Cuando se enfrentó David
     Al desafío de Goliat:
     La lanza y el escudo
     Contra el Nombre de Jehová;
     La honda de David
     Con el poder de Dios triunfó;
     Y el Dios de esos días,
     Es el mismo Dios de hoy.

     Cuando el fiel Daniel no quiso
     Sus rodillas doblegar,
     Al foso de los leones
     Fue enviado por el rey;
     Mas Dios envió su ángel
     Y las bocas les cerró;
     Y el Dios de esos días,
     Es el mismo Dios de hoy.


71


Tú, Señor, me limpias y me fortaleces,
Y haces de mi vida tu propia posesión.
Guarda mi alma siempre para que no caiga;
     Reinarás entonces en mi corazón.


72


Pon tus ojos en Cristo,
Tan lleno de gracia y amor;
Y lo terrenal sin valor será
A la luz del glorioso Señor.


73


De Cristo cada día
Quiero yo más cerca estar.
Él es mi Rey amable,
Mi precioso Salvador.
No puedo en todo el mundo
Amigo cual Jesús hallar,
Quien maravillas hace
Y prodigios sin cesar.

     Jamás podrán contarme
     De Cristo la mitad,
     De su amor divino,
     Su poder y majestad.

Por Cristo cada día
Quiero yo activo estar,
Pues él me ha llamado
Para ser su servidor.
No hay algo más hermoso
Que acatar su voluntad;
No hay más que pueda darle
Que mi vida y mi amor.


74


Puedo oír tu voz llamando
Con acentos cariñosos,
Puedo oír tu llamamiento:
Trae tu cruz y ven en pos de mí.

—Seguiré do tú me guíes,
Donde quieras, fiel te seguiré.


75


Quiero de Cristo más saber,
Y a su palabra, escuchar.
Más de su gracia quiero ver,
Más del perdón que puede dar.

     Más, más aprender,
     Más, más alcanzar;
     Más de su gracia quiero ver,
     Y a su Palabra escuchar.

Quiero de Cristo más saber,
Más de su santa voluntad.
Más de su Espíritu tener,
Más de su gracia y fiel bondad.

Quiero con Cristo más estar,
Quiero gozar su comunión;
Quiero su voz siempre escuchar,
Quiero tener su bendición.


76


Señor, seguirte quiero
     Guiado por tu luz;
Mi ser a ti consagro,
     Ya salvo por tu cruz.
¡Oh, cada día y hora
     Contigo quiero estar!
¡Ven, ven, Señor, y guarda
     Mi alma de pecar!


77


Pertenezco a mi Rey, hijo soy de su amor,
     Y a sus regias moradas iré.
Sus delicias sin fin me mostró el Señor
     Y un lugar con sus hijos tendré.

Pertenezco a mi Rey, hijo soy de su amor
     Y a los suyos jamás olvidó.
En su regia mansión he de ver al Señor
      Y a su lado feliz viviré.

Pertenezco a mi Rey y que me ama lo sé;
      Y sus dones de amor celestial
Por doquiera que voy sin cesar hallaré
      Como pruebas de amor sin igual.

Pertenezco a mi Rey y no dudo jamás
      Que reunidos los suyos serán
En la Sión celestial, morada de paz,
      Do pesares jamás se hallarán.


78


Cristo quiere ver nuestra luz brillar
En la claridad de su divino hogar;
Entre las tinieblas él desea ver
Nuestra luz brillante, resplandecer.

Él también desea que en humildad,
Muestre cada uno luz y santidad:
Desde el alto cielo, siente gran placer
Viendo nuestras luces, resplandecer.

Los que han brillado por Dios acá,
Brillarán más tarde en el cielo allá;
Cristo su completo gozo ha de tener,
Viendo nuestras luces, resplandecer.


79


¿Tentado? No cedas: ceder es pecar;
Más fácil sería luchando triunfar;
Valor, pues, resuelto domina tu mal.
Dios puede librarte de asalto mortal.

     En Jesús, pues, confía,
     Y en sus brazos tu alma
     Hallará dulce calma;
     Él te hará vencedor.

Evita el pecado, procura agradar
A Dios, a quien debes siempre ensalzar.
No manche tus labios impúdica voz,
Tu corazón guarda de codicia atroz.

Amante, benigno y enérgico sé;
En Cristo ten siempre indómita fe;
Veraz sea tu dicho, de Dios es tu ser;
Corona te espera, pues vas a vencer.


80


Contendamos, jóvenes, por la fe
Aunque brame el mundo y Satanás;
En la lucha nunca nos vencerán,
   Pues Jesús nos guardará.

Si sufrimos aquí, reinaremos allí,
   En la gloria celestial.
Si llevamos la cruz por amor de Jesús,
   La corona él nos dará.

No seamos tibios de corazón,
Ni dejemos nunca el primer amor:
Mantengamos firme la profesión
   De la fe del Salvador.


81


     Soy soldado del Señor,
     He entrado a la lid,
Lucharé sin temor, con ahínco y valor,
     Y unido con Jesús,
     Como rama a la vid,
Estaré siempre bajo su bandera.

Es el son, son, son de la trompeta,
Al paso marcho, en pos de Cristo.
Es el son, son, son de la trompeta,
Que me llama a luchar.
El gran caudillo es Jesucristo
Y con él venceré por doquiera.
Está al frente, Omnipotente;
Estaré siempre bajo su bandera.

     Tremolando ya está
     La bandera de amor;
Volverá con honor el ejército de Dios.
     Por la sangre de Jesús
     Sale siempre vencedor,
Desplegada triunfante la bandera.


82


Yo soy soldado de Jesús,
     Un siervo del Señor.
No temeré llevar la cruz
     Sufriendo por su amor.

Yo hablaré por mi Señor,
     Confesaré mi fe.
Su Espíritu me ayudará,
     Yo testificaré.

Lucharon otros por la fe;
     Cobarde no he de ser.
Por mi Señor pelearé,
     Confiando en su poder.

Es menester que sea fiel,
     Que nunca vuelva atrás.
Que siga siempre en pos de él;
     Su gracia me dará.


83


El asunto más importante
En la esfera terrenal,
Es seguir a Jesucristo
Y ser soldado leal.
     Vamos, pues, a la batalla
     Con él por Capitán,
     Y venciendo en su nombre,
     Le alabemos con afán.

Satanás el gran enemigo,
Con todo su furor
Quiere conquistar a todos
Los que siguen al Señor.
     Mas sus grandes asechanzas
     No nos llegan a dañar,
     Si la armadura nuestra
     Sabemos bien llevar.


84


Te amaré, Señor,
Siempre te amaré.
Con todo el corazón.
Te amaré, Señor.
Con mi alma,
Con mi mente,
Con mis fuerzas.
Con todo lo que soy,
Señor, te amaré.


85


Cual pendón hermoso despleguemos hoy
     La bandera de la cruz:
La verdad del evangelio, el blasón
     Del soldado de Jesús.

     ¡Adelante, adelante!,
     En pos de nuestro Salvador;
     Con plena fe en nuestro Rey,
     ¡Adelante con valor!

Prediquemos siempre lo que dice Dios
     De la sangre de Jesús;
Cómo limpia del pecado al mortal
     Y le ofrece la salud.

En el mundo proclamemos con fervor
     Esta historia de la cruz;
Bendigamos sin cesar al Redentor,
     Que nos dio su paz y luz.

En el cielo nuestro cántico será:
     ¡Aleluya! a Jesús.
Nuestro corazón allí rebosará
     De amor y gratitud.


86


En las filas del Rey de Gloria
Alistaos con fe y valor.
De nosotros es la victoria
Si confiamos en el Señor.

Toda la armadura del Señor tomad
     Para poder vencer:
Cota de justicia y cinto de verdad,
     Tome cada fiel;
Y del evangelio vuestros pies calzad,
     Escudo de la fe,
Espada y yelmo de salud tomad:
     Valientes sed.

Jesucristo, el gran Caudillo,
De los suyos al frente está;
Y las fuerzas del enemigo
Su poder siempre vencerá.


87


Yo tengo un himno de loor,
Es que ya salvo soy;
Lo canto a mi Salvador
A quien las gracias doy.
     ¡Oh, sí!, ya salvo soy;
     Jesucristo me salvó
     Y mi alma redimió,
     ¡Oh, sí!, ya salvo soy;
     A mi Salvador alabaré.


88


¡Oh, jóvenes, venid! Su brillante pabellón
Cristo ha desplegado hoy en la nación.
A todos en sus filas os quiere recibir,
Y con él, a la batalla, os hará salir.

     ¡Vamos a Jesús,
     Alistados sin temor!
     ¡Vamos a la lid
     Inflamados de valor!
     Jóvenes, luchemos
     Todos contra el mal;
     En Jesús llevamos
     Nuestro General.

Las armas invencibles del Jefe Guiador
Son el evangelio y su gran amor;
Con ellas revestidos y llenos de poder,
Compañeros, acudamos, vamos a vencer.

Los fieros enemigos, engendros de Satán,
Hállanse al lado de su capitán.
¡Oh, jóvenes, vosotros, poneos sin temor
A la diestra del Caudillo nuestro Salvador!


89


En la ciudad de Dios
No cabe el pecador,
   Puro es su brillo,
   Puro es su brillo,
Sin mancha es su fulgor.

La sangre de Jesús,
Cordero celestial,
   Lava el alma,
   Lava el alma,
Y quita todo mal.

Aunque soy pecador,
Dios me recibirá:
   Creo en su Hijo,
   Creo en su Hijo,
Quien por mí muerto ha.


90


— Digan hoy los niños si desean ir
   Al cielo con Jesucristo.

— Sí, oh sí, contestan, todos quieren ir
   A vivir con Jesucristo.

— Los que van al cielo limpios han de ser
   Por la sangre de Jesucristo.

— Salvos por su sangre hemos de llegar,
   Por la fe en Jesucristo.


91


Si te embarga el miedo cuando solo estás,
Piensa en Jesucristo y ya no temas más.
Promete ser tu amigo y a tu lado estar,
Si le das tu vida: Hazlo sin dudar.

Sí, tu Salvador en el cielo está,
Pon en él tu fe, ora sin cesar.
Cuando tú le hables, él te escuchará
Y vendrá a tu lado, te consolará.

Si te sientes triste en el mundo acá,
Piensa en Jesucristo que en el cielo está;
Recuerda sus promesas, cese tu dolor,
Él tu voz escucha, ora a tu Señor.


92


Allá en la gloria eterna
     Millones se verán;
Libres de llanto y pena
     Felices cantarán:
Dad gloria, dad gloria,
Dad gloria siempre a Jesús.
Dad gloria, dad gloria,
Al que murió en la cruz.


93


El Amigo de los niños
     Hoy en el cielo está,
Amigo que no muda
     Y nunca faltará.
Terrestres amistades
     Acaban al final,
Mas Cristo es siempre amigo,
     Eterno y sin igual.

Un hogar hay para niños
     En la gloriosa luz,
En donde mora siempre
     El Salvador Jesús.
Las glorias del Cordero
     Allí podremos ver,
Y allí no hay más lloro
     Ni entra mal cualquier.

Allí tendrán coronas,
     Que alegres ceñirán,
Los niños que a Cristo
     Sirvieron con afán.
Los premios son gloriosos
     Que Cristo les dará,
Si fieles y constantes,
     Le han seguido acá.


94


Del trono santo en derredor
     Niñitos mil están,
Que, rescatados del Señor,
     Las gracias siempre dan.

     Allí cantan: ¡Gloria!
     Allí cantan: ¡Gloria!
     Allí cantan: ¡Gloria!
     Loor al santo Dios.

Jesús por ellos padeció
     Muriendo en la cruz.
Su sangre les purificó,
     Ya gozan de su luz.

Buscaron ellos a Jesús,
     Su nombre amando aquí;
Ahora ya en clara luz,
     Su rostro ven allí.

Ropaje blanco, de candor,
     Reviste cada cual;
Están allí con el Señor,
     En gloria eternal.


95


Señor, ayúdame a leer
Tu Santo Libro, para ver
Lo que yo debo ahora hacer,
Para agradarte siempre.


96


          Cuando leo en la Biblia
          Cómo llama Jesús
Y bendice a los niños con amor,
          Yo también quisiera estar,
          Y con ellos descansar
En los brazos de mi buen Salvador.

          Mas aun a su estrado
          Puedo ir en oración
Y también de su amor participar;
          Pues si aquí buscarle sé,
          Le veré y le escucharé,
En el reino que él fue a preparar.

          ¡Cuántos hay que no saben
          De esa bella mansión,
Y que no quieren a Jesús oír!
          Les quisiera yo mostrar
          Que para ellos hay lugar,
En el reino do los convida a ir.

          Ansío yo aquel día
          Venturoso, sin fin,
El más grande, el más lúcido, el mejor;
          Cuando de cualquier nación
          Niños mil, sin distinción,
A los brazos acudan del Señor.


97


          Si no tengo ya mi gusto
          En el placer del mundo,
          Es que tengo un gozo
          Que me llena el corazón:
          Una fuente brota en mi alma
          De alegría pura;
Yo me gozo siempre en mi Salvador.

          Yo vivo satisfecho
          Del amor de mi Señor:
          Yo bebo de la fuente
          De eterna bendición,
          Y cada día me alimento
          Del maná que es don de Dios,
Me gozo siempre en mi Salvador.

          El Señor me dio el perdón
          De todos mis pecados;
          Para ser mi Redentor
          Su sangre derramó.
          Su amor quitó mis dudas
          Y me dió descanso:
Yo me gozo siempre en mi Salvador.

          Cuando el enemigo venga
          Con sus tentaciones,
          Y el YO del hombre viejo
          Quiera ser señor;
          Cuando el mundo brinde
          Su placer e ilusiones,
Confiaré yo siempre en mi Salvador.


98


Con rumbo a la eternidad,
Seguid, alegre multitud;
Al son del dicho del Señor:
¡Marchad!, ¡marchad!, ¡marchad!

          ¡Marchad!, ¡marchad!,
          De Egipto salvos sois,
          Esclavos, nunca más seréis.
          ¡Confiad!, ¡marchad!,
          Os acompaña Dios:
          ¡Seguid!, ¡marchad!

Si al ver los montes y la mar
Pensáis que no escaparéis,
La misma orden Dios os da:
¡Creed en mí!, ¡marchad!

Las huestes de Amalec vendrán,
Gigantes cual los de Basán;
Mas pueblo sois del fuerte Dios,
¡Seguid!, ¡creed!, ¡triunfad!


99


Gozo la Santa Palabra leer,
Cosas preciosas allí puedo ver;
Es la más bella que el gran Redentor
Tiene a mi alma tan tierno amor.

Con tierno amor me ama Jesús,
Me ama, sí, me ama a mí;
Con tierno amor me ama Jesús,
     Me ama aún a mí.

En su Palabra fue donde leí,
Cómo el rescate pagó para mí.
Desde el cielo al mundo bajó,
Y por salvarme la muerte sufrió.

Y cuando llegue a la eterna mansión,
Ésta por siempre será mi canción:
¡Oh, buen Señor, te alabo a ti!
¡Qué maravilla! ¡Me amaste a mí!


100


Ama la Biblia que Dios nos ha dado,
Pues nos enseña divina verdad;
Cristo es su tema, el Hijo entregado
Para salvarnos de nuestra maldad.

     Ama la Biblia, lee la Biblia,
     Sigue a la Biblia: de Dios es el don.

Lee la Biblia, sus bellas historias
Traen al alma salud celestial.
Llenen tu espíritu todas sus glorias
Y gozarás de su luz celestial.

Sigue a la Biblia que puede guiarnos
Por los peligros que abundan aquí;
Y al fin, con Cristo podemos gozarnos,
Viendo su faz y sus glorias allí.

Aun este mundo y los cuerpos celestes
Han de llegar a su punto final;
Mas, cuando pasen las cosas terrestres,
Firme estará la Palabra eternal.






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