Templo Evangélico Orizaba-Centro

HIMNARIO: CANTAD ALEGRES A DIOS




"Habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo” (Salmo 100:1,2).

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CUARTA EDICIÓN – Julio, 2010


1


A la imagen de Dios nos creó el Señor,
Con el fin divinal de su gloria mostrar.
Mas por sendas del mal escogimos andar,
Despreciando el amor del Divino Señor.
   Desde la eternidad nos vio Jesús,
   Su vida ofreció: ¡Murió en la cruz!
Jesucristo escogió a este mundo venir,
Pues nos quiso transformar a la imagen de Dios.

Cuando Dios requirió quién pudiera venir
Nuestra culpa a expiar y al mortal redimir:
¡Heme aquí!, se escuchó, y el Cordero de Dios,
Obediente hasta la cruz, dio su vida por nos.
   Nunca comprenderé su grande amor:
   De carne se vistió, por mí sufrió.
¡Oh, qué gran salvación me ofreció mi Señor!
Con poder me transformó a la imagen de Dios.

Ahora creo en Jesús, mi bendito Señor;
Él la culpa del mal con su sangre quitó.
Con amor serviré a Jesús quien me amó.
¡Oh, qué grande Salvador! A su nombre loor.
   ¿Cómo podré pagar tal bendición?
   Mi vida entregaré, mi corazón.
Ahora vivo por fe y a todos diré:
Su poder me transformó a la imagen de Dios.


2


A ti, Señor, mi voz ensalzará;
Tu fiel amor mi cántico será.
Yo hallo en ti razón para vivir:
     ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Cuando caí, tu brazo se extendió;
Cuando dudé, tu voz me confirmó.
Yo renací cuando creí en ti:
     ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Clavado en cruz morí con Cristo allí,
Y en su virtud a vida resurgí;
Por gracia soy un vaso de honor:
     ¡Aleluya! ¡Aleluya!


3


¿Acaso habrá quien nunca oyó
Del gran amor que Dios mostró?
Al mundo vio en su maldad
Y a su Hijo Amado quiso dar.
¡Glorioso Don para el mortal!
¡Potente Salvador sin par!
Allá en Belén, Jesús nació,
Y cuerpo de mortal tomó;
Vino a salvar(me) y a libertar(me)
Del gran poder de Satanás.
¿Acaso habrá quien nunca oyó
Del gran amor que Dios mostró?
     ¡Haz que mi vida sea voz
     Que testifique de tu amor!
     ¡Jamás permitas, Dios, que yo
     Rehúse esta nueva a dar!

¿Acaso habrá un corazón
Inconmovido por tu amor,
Que no responda a tu voz,
Que te desprecie a ti, oh Dios?
¿Que al mundo ame más que a ti?
¡Nefasto engaño! ¡Gozo vil!
Tu nombre niega y tu amor,
No eres tú su Rey, Señor.
¿Quién es, Señor, (di), quien no ha de amar(te),
Que ingratitud te ha de mostrar?
¿Acaso habrá un corazón
Inconmovido por tu amor?
     ¡Jamás permitas, Dios, que yo
     Tu cruz olvide y tu amor!
     Consagro hoy a ti mi ser:
     Mi cuerpo, alma y corazón.


4


Al andar sin Jesús sentirás temor,
Sin él no habrá paz ni amor.
No sabrás, sin su luz,
Lo que habrás de hacer,
Sin su voz, ¿qué podrás entender?
     Mas, ve sin Jesús, si así quieres tú:
     Pon tus metas y tu ley.
     Mas, yo te advertí: Sin Jesús
     No podrás jamás vencer.

Búscale, óyele, y andarás en paz;
Si tú crees en él, vencerás.
Síguele por doquier y obedécele,
Hallarás que es tu amigo más fiel.
     Yo ya decidí, mi vida le di:
     Todo es felicidad.
     Haz hoy tu decisión, ten mi mano
     Y andemos con Jesús.


5


Al mundo id, a realizar la obra,
Id a servir en medio del dolor;
Desprecio habrá y burlas y congojas,
“Mas hay que ir”, nos dice el Salvador.

Al mundo id, de odio y rencillas,
Do ciegos hay porque no quieren ver;
Y allí gastad humildes vuestras vidas,
Que el Calvario vuestro ha de ser.
“Como el Padre me envió, os envío yo”.


6


Aunque en esta vida no tengo riquezas,
Sé, que allá en la gloria, tengo una mansión.
Cual alma perdida entre la pobreza,
De mí, Jesucristo, tuvo compasión.

     Más allá del sol, más allá del sol,
     Yo tengo un hogar,
     Hogar, bello hogar, más allá del sol.

Así, por el mundo yo voy caminando,
De pruebas rodeado y de tentación.
Pero a mi lado, viene consolando
Mi bendito Cristo, en la turbación.


7


   Aunque ruja la tormenta
   De la vida, en derredor,
Al amparo de la Roca salvo estoy.
   Aunque el cielo esté sombrío,
   No me invadirá temor:
Al amparo de la Roca salvo estoy.

— Al amparo de la Roca salvo estoy,
   Si a mi lado está el Señor,
   No tendré ningún temor:
Al amparo de la Roca salvo estoy.


   Aunque ruja el mar furioso,
   Y agitado esté el turbión,
Al amparo de la Roca salvo estoy.
   Haya lluvia o arco iris,
   Venga calma o tempestad:
Al amparo de la Roca salvo estoy.

   Con ternura Dios me cuida,
   Del peligro y del dolor,
Al amparo de la Roca salvo estoy.
   En las penas me acompaña,
   Soy objeto de su amor:
Al amparo de la Roca salvo estoy.


8


   Aunque un día el cielo pase
   Y la tierra no sea más,
   Ni una jota ni una tilde
   De tu ley, Dios, pasará.

Confío en Dios, pues nunca mentirá,
Y lo que él prometió, jamás lo cambiará;
Asido de él iré en mi peregrinar,
Pues sé que Dios es fiel: no mudará.

   Una madre tal vez pueda
   A su hijo olvidar;
   Pero Dios, a sus criaturas,
   No olvidará jamás.

   Todo bajo el sol fenece,
   Todo, todo es vanidad.
   Mi mirada está en Cristo;
   Firme en Dios mi fe está.


9


Bendeciré el Nombre del Señor Jesús,
Recordaré su sufrimiento en la cruz;
Por siempre él será mi Dios y mi Señor,
Y en gratitud daré lo que yo tengo y soy.

Alabaré el santo Nombre de mi Dios;
Adoraré con fuerzas, alma y corazón;
Y en muestra de mi amor le entregaré mi ser,
Confiando en su poder do él me envíe, iré.

Proclamaré su Nombre a la humanidad,
Me enfrentaré a burla e incredulidad,
Los triunfos de la cruz confesará mi voz,
Testigo fiel seré de su resurrección.


10


Buscando amor, al rosal me acerqué;
Buscando amor, hacia el bosque vagué;
   Mas la rosa me espinó;
   Y la cruz un árbol fue;
Y en mi búsqueda toda, nada encontré.

Busqué amor en un amigo apreciado,
Busqué amor en un credo olvidado;
   Mas mi amigo contestó:
   “Eso mismo busco yo”,
Y el credo exigente me desanimó.

   Mas un día oí la historia
   Del incomparable amor,
   Del Dios que envió a su Hijo,
   A Cristo mi Salvador,
   A Cristo el Salvador.

Y ahora sé lo que es el amor:
En Dios confiar, su presencia gozar.
   Él me ama en verdad
   A pesar de mi maldad,
Y su amor es mío por la eternidad.


11


Cantaré, cantaré del lejano país,
   De la hermosa y santa ciudad,
Do con Cristo Jesús, el alma, feliz
   Por siglos sin fin morará.

Sí, cantaré del hermoso país,
Do con Cristo por siempre feliz moraré.

¡Oh, cuán grato será en la celeste Sión,
   Gozando de eterna salud,
Celebrar el amor de quien nos compró
   Por muerte amarga de cruz!

¡Qué glorioso será, en el día final,
   Escuchar las palabras de Rey
Que me inviten a entrar al hogar celestial,
   Porque en Cristo mantuve mi fe!


12


Cantemos al Señor, cantemos con fervor,
   Es digno de loor quien nos salvó.
Cantemos al Señor, cantemos con amor,
   A Cristo el Señor: ¡HOY CANTAD!


13


Cantos alegres entono,
Feliz es mi corazón,
Dios me dio salvación plena,
Elevo a él mi canción.

   Ando cual peregrino
   Hacia el celeste hogar.
   Canto, pues va conmigo
   Cristo, mi Salvador.

Quitó la carga de mi alma,
Me dio una bella canción,
Por fe en su nombre soy salvo.
¡Gracias por la salvación!


14


   Cautívame, Señor, y libre yo seré;
Si a ti mi espada he de rendir, seré conquistador.
   Me siento zozobrar si llevó el timón,
¡Tus brazos aprisiónenme y bogaré en paz!

   Mi alma inútil es si no halla en ti control;
Sin fuerza ni seguridad, do el viento sopla va.
   Si forjas su prisión tendrá su libertad,
¡Esclava sea de tu amor, y eterna reinará!

   Inepto y débil soy si fío en mi poder;
Tu soplo es quien me enhestará, tu fuego haráme arder.
   Al mundo no he de guiar si no soy guiado yo,
Ni mi pendón ha de ondular sin viento celestial.

   No es mía mi voluntad si no está a tus pies.
Si a regio trono he de ascender mi cetro he de rendir.
   Si firme me he de erguir en turbulento mar,
Me he de reclinar en ti y en ti mi todo hallar.


15


Como el rocío en la mañana
Da a las flores su frescor;
Así también al alma mía
Nueva fuerza Cristo da.

Mi alma canta: ¡Aleluya!
Dios mi llanto triste oyó,
Y en él, mi alma enferma,
Manantial de vida halló.


En esa fuente de agua viva
Encontré perdón y paz.
Y en el raudal de puro gozo
Dicha eterna Dios me dio.


16


¿Cómo en su sangre pudo haber
Tanta ventura para mí?
Si yo sus penas agravé
Y de su muerte causa fui.
   ¿Hay maravilla cual su amor?
   ¡Morir por mí con tal dolor!


¡Hondo misterio! ¡El inmortal
Hacerse hombre y sucumbir!
En vano intenta sondear
Tanto prodigio el querubín.
   Mentes excelsas, ¡no inquirid!
   Al Dios y Hombre bendecid.


Nada retiene al descender
Sino su amor y deidad;
Todo lo entrega: gloria, prez,
Corona, trono y majestad.
   Ver redimidos es su afán,
   Los tristes hijos de Adán.


Mi alma, atada en la prisión,
Anhela redención y paz.
De pronto vierte sobre mí
La luz radiante de su faz.
   Me libertó y le seguí;
   Caídas mis cadenas vi.


17


¿Cómo podré estar triste, y entre sombras ir,
   Cómo sentirme solo y en el dolor vivir,
   Si Cristo es mi consuelo, mi amigo siempre fiel,
   Si aun las aves tienen seguro asilo en él?

Feliz cantando alegre, yo vivo siempre aquí:
¡Si él cuida de las aves, cuidará también de mí!


   Siempre que soy tentado o que en la sombra estoy,
   Más cerca de él camino y protegido voy;
   Si en mí la fe desmaya y caigo en la ansiedad,
   Tan sólo él me levanta, me da seguridad.


18


   Con pesar y temor se alejan:
   Piensan que su Señor ha muerto.
   Lágrimas ruedan por sus mejillas:
   Ya no está su Maestro con ellos,
   - Mas se escuchó...

¡Resucitó! Sí, de la tumba surgió triunfante.
   ¡Resucitó! Ya no tengáis temor.
¡Resucitó! Y Dios le ha hecho Señor y Cristo.
   ¡Resucitó! ¡Glorificad al Señor!


Prestas van a ungir su cuerpo,
Pero, ¿quién quitará la piedra?
Vigilando está una guardia,
¿Cómo, pues, entrarán a la tumba?
   -Mas se escuchó...

Congregados están los suyos,
Mas las puertas están cerradas.
Ya no saben qué hacer, tienen miedo:
Hay tristeza en sus corazones;
   - Mas se escuchó...

Si ahora vas con temor y miedo,
La maldad por doquiera asecha,
Sientes que al andar te tropiezas,
Piensa que su poder en ti mora:
   - Recuerda que


19


Con voz triunfal cantad a Dios,
Cantadle cielo, tierra y mar. ¡Aleluya!
Un día a otro cantará
   La gloria de su Creador. — ¡Aleluya!

Cantad a Dios vuestro Hacedor,
Ángel, querube y serafín; ¡Aleluya!
Cantad al santo y justo Dios
   Queremos vuestra voz oír. — ¡Aleluya!

Con gratitud a Dios load,
A Dios, a quien nos redimió. ¡Aleluya!
Resuene por la eternidad
   Cuánto al mundo Dios amó. — ¡Aleluya!


20


Confiaré en Cristo mi Señor,
Reine calma o ruja tempestad;
Sé que Cristo a mi lado está
Y me guía por sendero fiel.
   En la noche de dolor cantar podré,
   Pues por fe la gloria celestial veré.
   Fiel amigo tengo en Jesús,
   Confío en él y nunca temeré.

Cuando Dios extinga esta luz,
Cuando entre en la eternidad,
Me dará la mano mi Jesús,
Y al cielo me conducirá.
   Mientras tenga que esperar, trabajaré,
   Pues corona prometió al siervo fiel.
   Con la mira en la eternidad,
   Confío en él y fiel le seguiré.


21


Confío en Dios, no importa dónde esté,
   En alta mar o en tierra, tengo fe.
   Si vienen pruebas y dolor,
Mi amante Dios me cuida con su amor.

   Confío en Dios, yo sé que me ama él,
   En la furiosa lid es mi broquel;
   Si olas surgen con furor
   Mi amante Dios me cuida con su amor.

Confío en Dios, él siempre paz me da;
   En las tinieblas a mi lado está,
   Conforta el alma y da valor,
Mi amante Dios me cuida con su amor.


22


Conmigo sé, Señor, que noche es ya,
   Las sombras crecen y la luz se va;
¿Con quién amparo yo encontraré?
   En ti, Dios Fuerte, ¡oh, conmigo sé!

El día nuestro pronto acabará,
   Su gloria, su ensueño pasan ya;
Sombra y cambio en redor se ve,
   Dios Inmutable, ¡oh, conmigo sé!

Si tú a mi lado siempre estás, Señor,
   No habrá más llanto, ni jamás, temor.
Muerte y tumba, en ti, yo venceré.
   Omnipotente, ¡oh, conmigo sé!


23


Coronaron con espinas
A Jesús mi Salvador;
Despreciado y desechado fue.
Escupieron en su rostro
Y dijeron de Jesús:
¡Crucifícale, culpable es!

Podía llamar miles de ángeles,
Y del martirio así escapar.
Podía llamar miles de ángeles,
Pero él murió en mi lugar.

Fue Pilato quien propuso:
¿Quién queréis que os suelte yo?
¿A este reo, o a vuestro Rey?
No tenemos más que a César,
Danos pues a Barrabás
Y a Jesús, tú crucifícale.

Entre escarnios y atropellos,
Bajo el peso de su cruz,
Va subiendo Cristo al Gólgota;
Y al clavarlo en el madero
Sólo se oye su clamor:
Padre mío, ¡oh!, perdónalos.


24


Creía ser feliz pero algo me faltaba.
Al fin lo encontré, era lo que buscaba:
Es el amor de Dios. ¡Qué maravilla es!
   Él me amó y me salvó;
   Lo quiero compartir.

Qué lindo tiempo es cuando brotan las flores.
Las aves en el cielo cantan tan felices:
Es el amor de Dios. ¡Qué maravilla es!
   Su creación, su salvación,
   Lo quiero compartir.

Con una sola chispa se enciende un fuego,
Y los que lo rodean se sienten atraídos.
Así es el amor. ¡Qué maravilla es!
   Amor de Dios, su amor en ti,
   ¿Lo quieres compartir?


25


¿Cuál es mi destino? ¿Dónde debo ir?
¿Qué camino llevará hacia la felicidad?
¿Qué cosa es la Biblia? ¿Puede hablarnos Dios?
¿Cómo puedo yo saber lo que debo hacer?
   Entre el ruido y las fiestas,
   El mundo y su placer,
   Me preguntaba por qué
   Había un vacío en mi ser.
Luego me di cuenta del amor de Dios
Y mi vida comenzó cuando escuché su voz.

Ahora tengo todo, todo en Jesús,
Él es la respuesta por su obra en la cruz.
Pero no es tan fácil ser hijo de Dios:
Los problemas seguirán, pero ahora no me vencerán.
   Por sus normas me mido,
   Mi voluntad él ganó.
   Cristo es ahora mi Guía,
   Mi Redentor y mi Señor.
Contaré a otros lo que me pasó:
¡Desde que encontré a Dios satisfecho vivo yo!


26


Cuando Cristo me llamó y me dijo: Sígueme,
Comprendí que me pidió que dejara mi ayer
Y mi maldad toda confesara en humildad.

   Y Cristo me dijo: ¡Sígueme!

Cuando Cristo me llamó y me dijo: Sígueme,
Comprendí que me pidió que tomara yo mi cruz
Y en pos de él cada día siguiera y fuera fiel.

Cuando Cristo me llamó y me dijo: Sígueme,
Comprendí que me pidió que mirara sólo a él,
Pues sólo así, cuando hubiera pruebas, yo vencería.


27


Cuando estás sin solaz
Y lo que haces no te sale bien;
Quieres ya renunciar a esta vida
Y ya no fracasar. Debes tú conocer
A un amigo que te hará feliz.
¿Quién es él? Ven a ver,
Es Jesús que para siempre es fiel.

Debes pedirle a Dios su perdón
Y recibirle en tu corazón.
Él podrá resolver tus problemas
Y te hará feliz; le amarás y sabrás
Que sin él, nada podrás hacer.


28


Cuando las cosas en derredor
   Te hacen muy triste estar,
Tus cargas aliviará el Señor
   Si oras a él sin cesar.

   Ora con fe, ora con fe,
Dios oye la oración si oras con fe.
   Ora con fe, ora con fe,
Él te ayudará: ora con fe.

Si estás tentado a volver atrás
   Por una dificultad;
Ora al Señor y tú obtendrás
   Ayuda, por su bondad.

Si por problemas perplejo estás,
   No sabes ya qué hacer;
En Cristo la solución tendrás:
   Ora, hasta el triunfo obtener.


29


Cuando, Señor, pasmado yo contemplo
La gran creación formada a tu voz:
Estrellas mil, relámpago y trueno,
Y al oír su voz loar a Dios:

  —  Mi corazón prorrumpe en loor:
   ¡Quién como tú, mi Dios, Señor!

Si pienso yo que Dios su Hijo amado
Al mundo envió. ¡Misterio de piedad!
Y que es por mí que en cruz él fue colgado,
Pues quiso así pagar mi libertad:

Y al contemplar a Cristo en su venida
Cuando a su hogar con él me llevará;
Cuando mi voz con huestes redimidas:
¡Cuán grande es Dios!, por siempre clamará:


30


Cuando vea en gloria su faz,
Bella faz que desfiguré;
Cuando vea en gloria su faz,
   Diré: ¿Por qué no le di más?
   Más... ¡Mucho más!
Más de mi vida que lo que entregué;
Cuando vea en gloria su faz,
Diré: ¿Por qué no le di más?

Cuando extienda sus manos a mí,
Manos de amor, manos que herí;
Cuando extienda sus manos a mí,
   Diré: ¿Por qué no le di más?
   Más... ¡Mucho más!
Más de mi amor que jamás yo le di;
Cuando extienda sus manos a mí,
   Diré: ¿Por qué no le dí más?

A la luz de aquel célico hogar,
Luz de su faz, ¡qué bella faz!
A la luz de aquel célico hogar,
   Dar más mi deseo será.
   Más... ¡Mucho más!
Más de mi amor para mi Salvador;
A la luz de aquel célico hogar,
   Dar más mi deseo será.


31


   Del cielo bajas, Señor,
   En semejanza de un mortal,
   Viniendo así a servir
   Y a predicar la salvación.
Yo barro soy y sin valor,
¿Qué viste en mí, tan ruin y vil?
Pero yo sé que deseas mi corazón,
Y tuyo es, ¡oh, Siervo y Rey!

   Tu trono dejas, Señor,
   Para en pesebre así nacer,
   Y hambre y sed sufrirás,
   Y lágrimas derramarás.
El Siervo y Rey, humilde y fiel,
Vino a servir, vino a morir.
Mi corazón yo lo pongo a sus pies:
Lo exaltaré cual Siervo y Rey.

   Tu gloria dejas por mí,
   Tu vida das en una cruz,
   Sin murmurar llevas tú
   Mi enfermedad y maldición.
Te seguiré, te serviré;
Mi corazón tuyo es, Señor.
En pos de ti llevaré yo fiel mi cruz:
Te adoraré cual Siervo y Rey.


32


Del trono celestial al mundo descendí,
Sed, hambre padecí, cual mísero mortal.

   Y todo fue por ti:
   ¿Qué, qué haces tú por mí?

Mi sangre derramé, y en mi agonía cruel
Bebí vinagre y hiel; mi lecho la cruz fue.

Por darte salvación sufrí, lloré, morí;
Tu sustituto fui: llevé tu maldición:

A Satanás vencí: hoy en el cielo estoy,
De mi poder te doy, si vives tú en mí:


33


Despiértate tú que duermes,
Y Cristo te alumbrará;
Levántate de los muertos,
   Y anda en la verdad.

En tu Señor encontrarás
La fuerza para luchar.
Sé diligente en tu andar
   Y jamás vuelvas atrás.

El tiempo aprovecha bien
Y siempre tú, sabio sé.
La voluntad de tu Señor
   Obedece con amor.


34


Día en día Cristo está conmigo,
Me consuela y me da valor.
Pues, confiando en su poder eterno,
No me afano ni me da temor.
   Sobrepasa todo entendimiento
   La perfecta paz del Salvador.
   En su amor tan grande e infinito,
   Siempre me dará lo que es mejor.

Día en día Cristo me acompaña
Y me brinda dulce comunión.
Todos mis cuidados él los lleva;
A él le entrego mi alma y corazón.
   No hay medida del amor supremo
   De mi bondadoso y fiel Pastor.
   Él me suple lo que necesito,
   Pues el pan de vida es mi Señor.

¡Oh, Señor! Ayúdame este día
A vivir de tal manera aquí
Que tu nombre sea glorificado,
Pues anhelo honrarte sólo a ti.
   Con la diestra de tu gran justicia
   Me sustentas en la turbación,
   Tus promesas son sostén y guía:
   Siempre en ellas hay consolación.


35


Digno es el Cordero de Dios,
Digno es el Cordero de Dios,
   Digno es aquel que murió,
De tomar poder, riqueza y sabiduría,
   Fuerza y honra y gloria.
Digno de alabar, digno de alabar,
Digno es el Cordero de Dios,
   Digno es el Señor.


36


Dios nos cuida siempre con amor,
Dios le da perfume a la flor,
Del más débil oye el clamor,
   Y pertenezco a él.

Pertenezco al Dios de los montes
Pertenezco al Dios de la mar,
Pertenezco al Dios de la creación,
   Y él es mi Señor.

Dios creó al mundo con poder,
Cielo, tierra y agua quiso hacer;
Dios nos guía para no caer,
   Y pertenezco a él.


37


Divino Amor, ¡cuán grande tú!
Quisiera yo a ti huir
Y en tu seno estar.
Exhausto ya, me veo morir,
No puedo más vivir sin ti,
¡Sublime Amor sin par!

La muerte no te vencerá,
Las aguas no te apagarán,
Ni precio te pondrán.
¡Oh, vasto Amor!, ¡oh, Roca fiel!
¡Oh manantial de vida! ¿Quién
De ti me apartará?

Permíteme, ¡oh, dulce Amor!
Que a tus pies me siente yo
Y fije mi atención;
Corrígeme en mi andar,
Instrúyeme, para buscar
Tu voluntad, Señor.

Inflámame, excelso Amor,
Consúmeme: que muera yo
Y así resurjas tú.
Si sólo así habrá de ser
Que el mundo a ti te pueda ver:
Tenme, Señor Jesús.


38


Él, fronteras dio al turbulento mar,
Él, dio al gorrión su canto matinal,
Él, la oscuridad de estrellas mil vistió,
Él, velando está por toda la creación.
  Y aún así escucha mi oración,
  Presto está a oír la voz del corazón;
  Y aunque triste está al ver que pecas tú,
  Él te dirá: Te amo aún.

Él, a tu inquietud contestación dará,
Él, dará su luz en la oscuridad,
Él, enjugará tu llanto y dolor,
Él, será mayor que toda tu ilusión.
  Él, comprenderá lo que le has de decir,
  Él, te quiere hablar, tu mano quiera asir;
  Y aunque triste está al ver que pecas tú,
  Él te dirá: Te amo aún.

Él, lo puede hacer, pues es el mismo Dios,
Él, lo quiere hacer, pues él es todo amor,
Él, lo ha de hacer, pues su promesa es fiel,
Mas si lo ha de hacer, tendrá que ver tu fe:
  Fe que crea en él cual el Supremo Dios,
  Fe que vea en él Potente Salvador,
  Fe que rinda a él sincera adoración:
  Fe que dará todo a él.


39


El mundo me ofrece
La fama y el placer,
Me dice: Ven conmigo,
Yo te haré feliz.

Mas, cuando le pregunto:
¿Por cuánto ha de durar?,
Me dice: Eso no puedo a nadie asegurar.
Entonces le contesto: Si eso dices tú,
Prefiero ser de Cristo por la eternidad.

La carne, insistente,
Me llena de ilusión,
Me dice: Haz lo que digo,
Tendrás satisfacción.

Satán pone delante
Orgullo y vanidad,
Me dice: Dame tu alma,
Conmigo has de reinar.


40


El Señor resucitó,
Muerte y tumba ya venció;
Su poder y gran virtud
  Dan al pecador salud.

¡Aleluya, aleluya!
¡Aleluya, gloria a Dios!

¡Salve! Cristo y Señor,
Rey de gloria, fiel Pastor:
Hoy por tu resurrección
  Brindas justificación.

En las nubes volverás
Y a tu iglesia llevarás.
Hasta entonces, nuestro Rey,
  Prometemos fieles ser.


41


En Jesús mi esperanza reposa,
Mi placer es tan sólo Jesús;
Y mi vida por él es gloriosa,
Cual gloriosa su muerte de cruz.
Alma triste que al cielo se eleva
Y palpita en suspiros de amor,
En Jesús mi gozar se renueva,
Porque en él se templó mi dolor.

Yo sufrí mil pesares del mundo,
Yo las dichas del alma perdí,
Era acíbar mi llanto profundo,
Era inmenso el dolor que sufrí.
Pero luego en Jesús la mirada
Con amor entrañable fijé,
Y mi alma quedó consolada,
Porque en él mi futuro hallé.

Yo serví con afán al pecado,
Sin reservas mi fuerza le di;
Y aunque siempre le fui fiel esclavo,
Con la muerte pagábame a mí.
Pero ahora conozco a Cristo,
Mis cadenas y culpa quitó.
Por amor yo constante le sirvo,
Pues por gracia la vida me dio.


42


En la ciencia veo avances,
En el hombre veo maldad,
Hay temblores, guerra y hambre,
En el cielo hay señal.
Sé que cuando esto pase
Cristo pronto volverá:
  ¡Su regreso cerca está!

  — ¡Gloria! ¡Gloria! ¡Aleluya!
  ¡Su regreso cerca está!

Ha salido ya la Estrella,
Veo el Sol que nacerá,
Pronto oiremos la trompeta
Que al Señor anunciará;
Impaciente la iglesia
Clama: ¡Ven, regresa ya!
  ¡Su regreso cerca está!

Ved al Rey que se aproxima,
Va pisando el lagar
Y la copa de su ira
Pronto ya se colmará.
¡Ay de aquel que en esta vida
No ha aceptado su bondad!
  ¡Su regreso cerca está!


43


— Gracias, Dios, — por tu amor,
Gracias, Dios, por pensar en mí.
Pues, siendo yo un pecador
Y merecer la muerte eterna,
  Quisiste tú salvarme.

Yo te alabo, mi ofrenda fuiste tú,
Yo te adoro, mi Salvador Jesús,
Yo te exalto, moriste tú por mí,
  Y por eso, yo viviré por ti.

— Gracias, Dios, — por tu amor,
Gracias, Dios, por cambiarme a mí.
Mi corazón hoy cree en ti
Y cual Señor yo te confieso;
  Mi ser yo te entrego.

— Gracias, Dios, — por tu amor,
Gracias, Dios, por darme poder,
Y prometer que por la fe
Yo venceré siempre al pecado,
  Si junto a ti yo ando.


44


Gracias, Señor, por todos esos años
Cuando hablabas a mi corazón.
Con qué paciencia tú me esperaste,
  Gracias, Señor, por ese gran amor.

Gracias, Señor, por tu misericordia:
Me recibiste tal cual un día fui.
No era nadie, ni tenía nada,
  Gracias, Señor, por aceptarme así.

Gracias, Señor, dejaste tus pisadas
Y me invitaste a tomar mi cruz.
Todo entregaste: todo ahora pides,
  Gracias, Señor, por ser mi ejemplo tú.

Gracias, Señor, por darme tu confianza
Y por pensar que puedo útil ser.
A ti me entrego y a mi yo renuncio,
  Gracias, Señor, por lo que harás de mí.


45


Grande es tu fidelidad
E inmensurable tu bondad.
Al ver tu majestad,
  Pequeño soy.
Tan sólo puedo yo decir
Que eres todo para mí;
Y siempre he de bendecir
  Tu santo nombre.

Salud y fuerzas son de ti
Y la razón porqué vivir:
Me transformaste a mí
  En tu poder.
Por eso en gratitud te doy
Todo lo que tengo y soy,
Y ante ti postrado estoy
  Diciendo: Gracias.

Tú me exhortas con amor,
Y pides que ande en tu temor
Cumpliendo con fervor
  Tu voluntad.
Por eso yo te serviré,
Por eso yo te adoraré
Y en tu altar ofreceré
  Mi vida entera.


46


Habla del amor, de lo bello que es,
De lo dulce y feliz que te puede hacer,
Pero tú sólo hablarás,
Tus palabras vacías son:

Sólo en Dios hallarás el amor.
  “DIOS ES AMOR”
Amor es rendirse, obedecer su voluntad,
  Rendirse a su voluntad.


Canta del amor, de la fuerza que da
Y que puede también afrontar la realidad;
  Pero hay algo de este amor:
  Que su fuerza no durará:

Grita del amor, de la paz universal,
Y que somos hermanos, más guerras no habrá;
  Y por más que lo grites tú,
  La verdad siempre seguirá:


47


  Habla Jesús amante, habla a mi corazón,
En tonos delicados de amor y de bondad.
Constante a la derecha te siento estar de mí
Y quiero, en mi alabanza, muy cerca estar de ti.

Yo quiero oír el eco divino de tu voz,
Tu voz que a los cautivos concede libertad.
Yo quiero ahora mismo el dulce murmurar
Que diga a mis oídos, que no me has de dejar.

  Consérvame por siempre en plena santidad,
Radiante de alegría, de amor y bendición.
Yo quiero consagrarte mi entero porvenir,
Pues sé que tu reinado muy pronto ha de venir.

  Habla Jesús amante, tu voz escucharé,
Tonos de amor desea, sediento el corazón.
Ansiosa el alma mía tu voz escuchará,
Y estando en tu presencia, tu nombre alabará.


48


He oído que hay un lugar de amor y paz,
Donde penas y dolores ya no habrá.
En la Biblia leí de aquel lugar feliz
  Do yo quiero un día vivir.

¡Oh cuán bello será el país del amor,
  Donde mora el bien y la paz;
Donde envidias no habrá, ni enojos ni rencor,
  Sólo dicha y felicidad!

¿Qué será, –pienso yo– todo esto realidad?
¿Qué sus manchas el leopardo cambiará?
¿Qué habrá un amor que egoísta no ha de ser?
  ¿Qué un hombre sin vicios veré?

Si es verdad lo que oí debe haber un gran poder
Que transforme a un hombre que es tan vil.
Si es de Dios el poder, si es de él aquel amor,
  Sólo digo: ¡Qué grande favor!


49


Huye cual ave a los montes,
Donde socorro vendrá.
Huye y no te detengas,
Tu alma en peligro está.
Depredadores te buscan
Y los peligros abundan;
Sólo el que en Dios se refugia,
  Seguridad hallará.

Huye cual ave a los montes,
Si en pecados estás;
Vé a la fuente de vida,
Limpio, cual nieve, serás.
El vengador te persigue,
Llama, que Dios ha de oírte,
Vuela a sus pies a rendirte,
  Y su perdón gozarás.

Disipará tus temores,
Y tu dolor quitará;
Nunca habrá de dejarte,
Nunca su amor pasará.
Ven, apresura tu vuelo,
No lances otro suspiro,
Busca en Dios tu consuelo,
  Tus lágrimas quitará.


50


Indigno soy de su gracia infinita,
Mas Cristo por mí padeció.
Él, de su trono bajó a la tierra,
La forma de siervo tomó.

Yo soy indigno, mi lengua lo dice,
Yo soy indigno, mi alma repite.
Mas Jesucristo mis culpas llevó,
¡Qué gracia y amor sin igual!

Indigno soy de su gracia infinita,
Mas él me prepara un lugar
Do viviré con Jesús mi Amado
Y siempre le habré de alabar.


51


Las sombras caen en Olivet,
Do ora el Salvador;
Respuesta no hay, y ha de beber
La copa de dolor.

¡Mirad si habrá dolor cual su dolor!
  ¡Mirad, cuán solitario está,
Sufriendo en la cruz, por nuestro mal!

Vedle subir al Gólgota,
¡Mirad la multitud!
Su ingratitud le hiere más
Que espina, lanza o cruz.

La soledad, cual manto cae,
Aun Dios se aleja de él;
Y en la cruz, ¡cuán solo está!
Su copa amarga fue.

¿Dirás que no a tal amor?
¿Al mundo has de volver?
¿Has de causarle aún más dolor?
¿En Dios no has de creer?


52


Levántate y resplandece, venido ha tu luz;
Y sobre ti hoy ha nacido la gloria de Jehová.

    Tinieblas cubrirán la tierra
    Y al mundo oscuridad.
    Mas vendrá Jehová
    Y será vista en ti su gloria.
Y resplandecerás, tu corazón cantará,
Tu sol no se pondrá, tu luna no menguará;
    Porque Jehová será tu luz,
    Tu gloria será Dios.

Levántate, tus ojos alza, de lejos ven tu luz.
A Dios desean acercarse, los guía tu resplandor.


53


— Llena nuestra vida de amor
E inflama nuestro corazón.
  (E inflama el corazón.)
Llévanos hasta la cruz
Para adorar con reverencia.

— Padre nuestro, ven y háblanos
Con ternura, dinos nuestro error,
  (Con ternura, di el error,)
Para andar en la verdad
Y conocer tu disciplina.

— Ven, oh Dios, y muestra tu poder,
Y así renueva nuestra fe;
  (Y renueva nuestra fe;)
Cámbienos tu Espíritu,
Queremos ir de gloria en gloria.


54


Majestad, grande es tu majestad,
Reverente, me postro yo a tus pies.
Majestad, dominio y autoridad,
Son tuyos, Señor, y gloria y honor,
   Por la eternidad.
Oh venid a ensalzar el nombre de Jesús,
Proclamad las poderosas obras de Dios.
Majestad, grande es tu majestad,
Cordero de Dios, Cristo y Señor,
   Mi Salvador.


55


Maravilloso es él, maravilloso es él,
Maravilloso es él, Cristo el Señor.
   Es Rey con gran poder,
   Señor de todo es él,
Maravilloso es él, Cristo el Señor.
La Roca eterna, el gran Pastor,
   Omnipotente Dios.
   ¡Oh, adoradle, magnificadle!
Maravilloso es él, Cristo el Señor.


56


Mas él herido fue, mas él herido fue,
Por nuestras rebeliones él herido fue.
Molido por nuestros pecados,
El castigo de nuestra paz fue sobre él.
Y por su llaga fuimos nosotros curados.
Porque él herido fue, sí, él herido fue,
Por nuestras rebeliones él herido fue.


57


Mi alma estaba condenada,
Contada con la gente infiel;
Por Cristo redimida, canta
Hoy con los hijos de Coré.

Yo sé que ya soy perdonado,
Yo sé que soy santificado
Mi ser yo ya he consagrado:
Soy cual los hijos de Coré.

Inicuos miembros que al pecado
Cual siervo, a muerte, yo entregué.
Por gracia a ti son consagrados
Como en los días de Coré.

Mi paz, por fe hoy poseída,
Es paz de aquel que sirve fiel,
Que sirve al Dios de su justicia:
Paz de los hijos de Coré.

Mi voz se une con millares
De muchas lenguas y una fe,
De Dios ensalzan sus bondades:
El canto entonan de Coré.


58


Mi Salvador, mi Dios, Señor, yo te adoraré:
   Cuán grande fue tu amor por mí
   Que tomaste mi lugar de maldición;
   Y yo jamás lo olvidaré.
Mi Salvador, mi Dios, Señor, yo te adoraré.

Mi Salvador, mi Dios, Señor, siempre te amaré:
   Recuerdo yo con devoción
   Cuando enfermo estaba yo, sin curación,
   Tu mano, amante, me sanó.
Mi Salvador, mi Dios, Señor, siempre te amaré.

Mi Salvador, mi Dios, Señor, yo tu siervo soy:
   Tu grande amor me convenció.
   Cada día yo iré en pos de ti
   Cargando siempre fiel mi cruz.
Mi Salvador, mi Dios, Señor, yo tu siervo soy.


59


Mis amigos preguntan: Dime, ¿dónde está?
   Dime, ¿quién es tu Dios poderoso?
No ven tu poder en cielo, tierra y mar,
   Y esto es para mí asombroso.

Muéstrate, Dios potente, a todo aquel que no cree;
   Demuestra tu amor y tu ciencia.
Háblanos con poder y haz vibrar otra vez
   Tu voz, en nuestra conciencia.

Dicen: ¿Dónde está el Dios de amor y bondad
   Que permite estas guerras tan crueles;
Que mata con sismos, hambre y enfermedad
   Tanta gente y pueblo inocente?

Cierto es que hay dolor, mas hay también mucho mal,
   Y eres tú Dios de amor y justicia.
No ven que en la cruz demuestras tú tu bondad,
   Y que allí tú ofreces la vida.


60


Nada sé sobre el futuro,
Desconozco lo que habrá;
Es probable que las nubes
Mi luz vengan a opacar.
Nada temo del futuro
Pues Jesús conmigo está.
Yo le sigo decidido
Pues él sabe lo que habrá.

Muchas cosas no comprendo
Del mañana con su afán,
Mas un dulce amigo tengo
Que mi mano sostendrá.

Mi sendero es más brillante
Cuando gozo de su amor,
Más ligeras son mis cargas
Cuando voy con mi Señor.
Cuando llegue a las mansiones
Que en la gloria preparó,
Ya no más tendré temores,
Desengaños y dolor.

Nada sé sobre el futuro,
Desconozco lo que habrá,
Mas si él cuida de las aves,
Él también me cuidará;
Y al andar en mi camino,
En la prueba o tempestad,
Sé que Cristo irá conmigo,
Sé que guarda su bondad.


61


Negra la noche caía, perdían la fe,
Ya era el día tercero, y nada de él...
  Pero oyen unas nuevas:
   
   ¡Resurgió, resurgió, Cristo vive!
   ¡Aleluya! ¡Aleluya!
   ¡Resurgió, resurgió, Cristo vive!
   ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

Su corazón triste estaba, con dudas, sin fe:
Ya se habían olvidado los dichos de él.
  Mas al verlo, ellos claman:

Cristo la muerte gustaba en nuestro lugar,
Él a Satán se enfrentaba en cuerpo mortal.
  Esto es lo que creemos:

Dios aceptó la ofrenda, y me perdonó.
Sí, nuestra fe no es vana, pues resucitó.
  Vamos prestos, proclamando:


62


No hallo nada en este mundo
Que a mi alma dé felicidad.
Su gozo y sus diversiones
  Son ilusoria vanidad.
Su encanto es sueño pasajero
Y sus promesas falsedad:
Al despertar encuentro en mi alma
  Sólo amargura y soledad.

Sedienta ha vagado mi alma
En busca de un sincero amor
Que pueda disipar mis dudas,
  Que sane todo mi dolor.
No hallo yo quien me comprenda,
Quien quite todo mi temor;
Y con ternura arrulle mi alma
  En dulce sueño arrobador.

Mas cuando al cielo alcé mis ojos
Y vi la vasta creación,
Pensé: ¿Quizá la Mente Eterna
  Pensó en mi triste condición?
Tomé en mis manos una Biblia
Y hallé allí consolación,
Pues vi que Dios amante invita:
  Mirando a mí, hay salvación.

Oí su dulce y tierno acento,
Probé de su sincero amor;
Vi sus promesas inmutables,
  Leí de mí, un pecador.
Hallé en Cristo vida eterna,
Quitó mi llanto y temor.
Feliz con él está mi alma,
  ¡Oh, cuán hermoso es mi Señor!


63


“No me ruegues que te deje, y me aparte
yo de ti; porque a dondequiera que tú fueres,
iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré.
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.

Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré
sepultada; así me haga Jehová, y aun me
añada, que sólo la muerte hará separación
entre nosotras dos.”

“No me ruegues... (Rut 1:16,17)


64


  ¡Oh, lléname, Santo Espíritu!
  Soy del Señor por la eternidad.
Dios ya me redimió, su Hijo me llamó,
  Oh, lléname, Santo Espíritu.

  Instrúyeme, Santo Espíritu,
  Fiel quiero ser a mi Salvador.
Yo quiero al mal vencer y siempre útil ser,
  Instrúyeme, Santo Espíritu.

  Inflámame, Santo Espíritu,
  Consúmeme para mi Señor.
Por gracia salvo soy, de gracia yo me doy,
  Inflámame, Santo Espíritu.


65


¡Oh, profundo amor de Cristo,
Vasto, inmerecido don!
Cual océano infinito
Ya me inunda el corazón.
Me rodea, me sostiene
La corriente de su amor.
Llévame continuamente
Hacia el gozo del Señor.

¡Oh, profundo amor de Cristo,
Sus loores proclamad!
Pues su amor nos satisfizo
Y no cambiará jamás.
¡Cómo cuida a sus amados,
Redimidos por su cruz!
Comunión con él gozamos
Cuando andamos en la luz.


66


¡Oh qué Salvador es mi Cristo Jesús!
   ¡Oh qué Salvador es aquí!
Él salva al más malo de su iniquidad
     Y vida eterna le da.

     Me escondo en la Roca
     Que es Cristo el Señor,
     Y allí nada yo temeré;
     Me escondo en la Roca
     Que es mi Salvador
     Y en él siempre confiaré,
     Y siempre con él viviré.

Su mano horadada me da protección,
   Su voz tranquiliza mi ser;
Si él va a mi lado no tengo temor,
   Pues Cristo, mi Amigo, es fiel.

Y cuando esta vida termine aquí
   La lucha abandonaré;
Entonces a Cristo yo voy a mirar,
   Loor a su nombre daré.


67


Orando al Padre está Jesús,
Sufriendo en Getsemaní.
Postrado allí sobre su rostro
Pensando está en tí y en mí.

Getsemaní: hondo recuerdo.
Getsemaní: lugar hermoso.
Allí contemplo arrodillado
Al Hijo Eterno de mi Dios.

El alma de mi Salvador
Hasta la muerte triste está,
Bebiendo el cáliz de amargura
Para salvar al pecador.

Jamás podré yo entender
La inmensidad de aquel amor
Que hizo tanto por salvarme
Aun siendo yo tan pecador.


68


Padre, en tus manos pongo yo lo que no puedo hacer,
Padre, en tus manos pongo lo difícil de entender,
Padre, en tus manos pongo eso que no puedo ver,
   Porque sé que en ti puedo confiar.

Padre, enséñame a escoger sincera amistad,
Padre, enséñame a seguir caminos de bondad,
Padre, enséñame a cumplir tu santa voluntad,
   Porque sé que en ti puedo confiar.

Padre, tu mano extiéndeme y dame protección,
Padre, no mires lo que fui, más ve mi fe y amor,
Padre, recíbeme cual soy, te doy mi corazón,
   Porque sé que en ti puedo confiar.


69


“Padre nuestro que estás en los cielos,
   santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad,
   como en el cielo, así también en la tierra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también
   nosotros perdonamos a nuestros deudores.

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del
   mal; porque tuyo es el reino, y el poder,
   y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
     (Mateo 6:9-13)


70


Por la senda del dolor,
Fuiste tú por mí, Señor.
Oh, cuán grande fue tu amor:
Tuyo soy, Señor, tuyo soy.
Cuando un día en ti creí
Y crucificado fui,
Nueva vida tuve en ti:
En tus huellas quiero andar,
Tu memoria ensalzar
Y tu nombre proclamar:
Do me envíes yo iré,
Fiel, mi cruz yo tomaré;
A tu lado viviré:


71


      Pueblo que moras en las tinieblas,
      Ya resplandece, gloriosa, tu luz.
      Pueblo que en sombra de muerte habitas,
      Hay quien te salve, su nombre es JESÚS.
          ¡Oh, qué misterio! Cual niño nace.
Ven a adorarle, con solicitud. Él es tu Dios.

      “Dios con nosotros” es el mensaje
      Que proclamamos con humildad.
      ¿Dios con nosotros? ¡Es un misterio!
      Mas lo creemos, pues es la verdad.
          ¡Oh, qué misterio! Dios nos visita.
Ven a adorarle, en sinceridad. Él es tu Dios.

      Antes gentiles, sin esperanza,
      Sin las promesas y pactos de Dios.
      Hoy su iglesia, ya rescatada
      Y bendecida con su comunión.
          ¡Oh, qué misterio! ¡Qué maravilla!
Ven a adorarle y a darle tu amor. Él es tu Dios.


72


¡Qué bella historia! De su excelsa gloria
Bajó el Salvador, Jesús mi Redentor.
Nació en pesebre, despreciado y pobre,
     Varón de lágrimas y de dolor.

     ¡Oh!, cuánto le amo y fiel le adoro;
     Él es mi vida, mi Redentor.
     El Rey de gloria vino a salvarme
     Y a revelarme al Dios de amor.

¡Qué gran misterio, tan incomprensible!
El Verbo se encarnó y al mundo descendió.
El plan oculto revelóse al hombre
     Y por su tierno amor me levantó.

¡Don admirable, tan incomparable,
De plena salvación y eterna redención!
El sol divino brilla en mi camino,
     Su luz alumbrará mi corazón.


73


¡Qué gran tristeza me embargaría
   Si yo no conociera a Dios;
Si en Cristo yo mi fe no hubiera puesto
   Cual mi potente Salvador!

   Yo vivo conmovido por su amor,
     Pues lo vi por mí morir.
   Yo vivo agradecido por su amor
     Y seré su siervo fiel.
   Yo vivo motivado por su amor:
     ¡Qué cambio ya produjo en mí!
   Yo vivo aprisionado en su amor:
     Él es mío, y yo de él.

Mi mente ofuscada estaría
   Si yo no hubiera visto a Dios;
Y si su voz no hubiera escuchado,
   Yo viviría en el error.

¡Qué gran zozobra a mi alma inundaría
   Si Cristo no viviera en mí!
Su paz gobierna hoy mi corazón,
   Por eso ahora soy feliz.


74


¿Qué te daré, Maestro?, te diste tú por mí.
¿Menos daré de lo que obtendré o todo daré a ti?

   Cristo mi Salvador, te diste tú por mí;
   Tu hogar dejaste allí para morir por mí.
   ¿Qué te daré, Maestro? Te diste tú por mí.
   No la mitad, mas todo mi ser, yo lo daré a ti.

¿Qué te daré, Maestro?, me redimiste a mí.
Es pequeñez, mas mi todo es, y todo lo entrego a ti.

¿Qué te daré, Maestro, Divino Donador?
Tiempo y vigor, talento y fervor, serán tuyos, oh, Señor.


75


¿Quién podrá borrar mi maldad?
¿Quién mi corazón podrá lavar?
¿Qué, la dicha y paz he de hallar?
   ¡Sólo encuentro yo vanidad!
Hay quien salve, sí, bien lo sé:
Todo para mí proveyó;
En su sangre me lavó:
   Blanco, más que nieve, quedé.

Oye hoy su voz, dulce es:
“¡Oh!, venid a mí y descansad.”
Limpio soy por él de maldad,
   Pues yo me entregué a sus pies
Y, postrado allí, confesé:
Sabes toda mi rebelión,
Limpia hoy mi corazón.
   Blanco, más que nieve, quedé.

Desde que en Jesús yo creí
Él es mi Señor y Salvador.
Bien guardado estoy por su amor,
   Vida y poder hay en mí.
Siempre en su cruz pensaré,
Pues allí por mí él murió
Y así mi mal borró.
   Blanco, más que nieve, quedé.

Cristo ya borró mi maldad
Y mi corazón purificó;
Él la dicha y paz ya me dio,
   Ahora soy feliz en verdad.
Cristo me salvó, bien lo sé,
Mi necesidad, él suplió:
En su sangre me lavó.
   Blanco, más que nieve, quedé.


76


Quiero guiar a un ciego que no ve
   La aurora de un amanecer;
Quiero cantar y al triste alegrar,
   Pues, tal vez, un mañana no veré.

Quiero sentir que en vano no murió
   Jesús en Gólgota por mí.
Quiero entregar todo lo que ahora soy
   Y que Dios lo use todo para sí.

Compartiré mi fe con quien no cree
   Y un vaso inútil no seré.
Quiero ayudar, quiero cantar,
   Mi fe yo quiero compartir.
Mientras sea hoy quiero útil ser,
   Pues, tal vez, un mañana no veré.


77


Rebosa en mi ser un canto al amor
Que aprecia al hombre ruin cual joya de valor.
   Pues, ¿qué vio en mí el Inmortal
   Que en mi lugar deseó morir?

Buscándonos salvar, su trono él dejó,
Y el día de su paz su pueblo ignoró.
   Mas la exclusión de Israel,
   Por gracia, fue mi bendición.

Más esto he de decir en mi meditación.
No hay quién se dé así, ni hay quién ame más.
   Sí, éste es mi Salvador,    Y de su amor yo cantaré


78


¿Sabes tú que a su Hijo Dios envió?
¿Sabes tú que a muerte lo entregó?
¡Oh! piensa, ¿no ha de conmoverte
   El saber que lo hizo por tu amor?

¿Sabes tú que Jesús en cruz murió?
¿Sabes tú cuánto fue que allí sufrió?
¡Oh! piensa, ¿no ha de conmoverte
   El saber que lo hizo por tu amor?

¿Sabes tú que una tumba lo encerró?
¿Sabes tú que triunfante resurgió?
¡Oh! piensa, ¿no ha de convencerte
   El saber que en su triunfo hay perdón?

¿Sabes tú que en Cristo hay salvación?
¿Sabes tú que desea tu salvación?
¡Oh! piensa, ¿cómo has de escaparte
   Si desprecias tan grande don de amor?


79


Sé que cada gota de rocío da
   Vida a una flor,
Sé que tras la más intensa oscuridad
   Veré una luz,
Sé que si alguien pierde su orientación
   Vendrá una voz
Con la verdad. Esto sé, sí, lo sé.

Sé, que aunque ruja fiera tempestad,
   Mi voz se oirá,
Sé que más allá de esta cruel prisión
   Hay un amor.
Cuando escucho yo un corazón latir,
   Palpo una flor o siento el sol,
Entonces sé: vive Dios, sí, vive Dios.


80


Señor, revélame tu voluntad,
La senda hazme ver con claridad:
   Por dónde debo andar,
   Qué pasos he de dar
Para poder gozar tu voluntad.

Imprime en mí, Señor, tu voluntad,
Pon en mi corazón seguridad.
   Tu voz anhelo oír
   Haciéndome sentir
El ansia de cumplir tu voluntad.

Quiero probar, Señor, tu voluntad
Y el gran poder sentir de tu verdad.
   Por fe deseo andar,
   Tu plenitud tomar
Y en todo tiempo amar tu voluntad.

Cúmplase en mí, Señor, tu voluntad,
Confío en tu poder y gran bondad.
   Rindo mi ser a ti,
   Que viva Cristo en mí,
He de cumplir así tu voluntad. Amén.


81


   Sepa el mundo hoy: Cristo es la verdad.
   Sepa el mundo hoy: él es libertad.
Encontramos vida en él y cambió el mal en bien,
Él es nuestro amigo fiel. ¡Sepa el mundo hoy!

   Sepa el mundo hoy, que entre el mal y el bien,
   (Sepa el mundo hoy) debe de escoger.
Cristo es actualidad. Cristo es felicidad,
Cristo es necesidad. ¡Sepa el mundo hoy!
Todo el mundo habla y anda y cree en su razón;
Con violencia y egoísmo lucha con pasión,
Mas no encuentra nada que le dé satisfacción;
Pero, no obstante, ha de oír nuestro pregón:

   Sepa el mundo hoy, que entre el mal y el bien,
   (Sepa el mundo hoy) debe de escoger.
Cristo es actualidad. Cristo es felicidad,
Cristo es necesidad. ¡Sepa el mundo hoy!
   ¡Sepa el mundo hoy! ¡Sepa el mundo hoy!


82


Si acaso ves en mí, Señor,
Algún afecto terrenal
Que me apartase del amor
De ti, mi Amigo celestial.
Quita de mi tal desviación
Y llena tú mi corazón.

No quiero planes formular
Sin recordar que volverás,
O que me inclinen a rogar
Que tu venida tarde más.
Controla tú mi voluntad
Quiero servirte con lealtad.

Deseo yo de corazón
Seguir tus pasos por amor;
Ser tuyo es mi decisión
Buscando siempre tu favor.
No hay mayor felicidad
Que disfrutar de tu bondad.


83


Si existiera el amor, si hubiera verdad,
No habría llanto y dolor, ya no habría maldad.
Si existiera el amor, sin zozobra vivir,
Y andar sin temor: ¡Qué lugar tan feliz!

Donde existe el amor, donde todo es verdad,
No hay discriminación, no hay insinceridad.
Donde existe el amor, el amor de Jesús,
Quien su trono dejó por morir en la cruz.
Y si tanto me amó que del cielo bajó,
Yo así he de amar, he de amar en verdad.

Cuando exista el amor, ¡oh!, cuán bello será
Ver al oso y al león con la oveja habitar.
Y en lugar de un cañón, un arado habrá,
Y en vez de destrucción, sembrarían la paz.

      (Después del segundo coro)
¡Quiero ser cual Jesús, y amar en verdad!
¡Quiero ser cual Jesús, y amar — en verdad.


84


Si habla Dios, los montes retumban;
Si habla Dios, el mar callará.
Si habla Dios, en mi alma se escuchan
Ecos de amor y de paz.

Habla, Señor, oigo tu voz;
Dios infinito, potente y bendito,
Ven, habla a mi corazón.

Si habla Dios, se elevan los valles;
Si habla Dios, collados se caen.
Si habla Dios, los surcos se abren
Do gracia y verdad brotarán.

Si habla Dios, mis dudas terminan;
Si habla Dios, se va mi dolor.
Si habla Dios, mi ser se anima.
¡Habla, mi Señor, tuyo soy!


85


Si oscura es mi senda aquí,
No temo yo, mi guía es Dios;
Mi ansiedad y mi temor
Disipa y anda junto a mí.

Cuando hay temor y ansiedad,
Cuando mi fe se ha de apagar;
Él junto a mí habrá de andar:
Mis lágrimas enjugará.

Cuando vivió con el mortal
Sufrió tristeza y dolor;
Y él, que lágrimas vertió,
Mi llanto en gozo tornará.

Y aunque el sol se apagará
Y a tierra el polvo ha de volver,
No temo yo, pues esto sé:
Mi alma Dios recibirá.


86


Solo no estoy, Jesús está a mi lado,
      Amigo fiel que no me dejará.
Solo no estoy, en tempestad o en calma
      Mi buen Jesús su protección me da.
      Aunque la tempestad me azote
      Y el mundo me desprecie,
No temeré llevar la cruz ni servirle con valor.
Solo no estoy, no importa luz o sombra,
      Mi buen Jesús guiándome está.


87


Te amaré en sinceridad
Porque me amaste a mí, Señor.
Permíteme reclinarme en ti,
Pues tu corazón quiero yo escuchar.

Te adoraré con mi entero ser;
Y en tu altar, yo me ofreceré.
Mi corazón, examínalo
E imprime en él tu imagen, Señor.

Te serviré en integridad,
Tu voluntad hazme entender.
Un día, Señor, tú me llamarás
Y tu aprobación quiero yo escuchar.


88


Tengo un amigo que ahuyenta la tristeza
Trayendo paz y consuelo al corazón.
En mis apuros, dolores y pobreza,
Viene a mi auxilio con gracia y compasión.

      Dichoso soy, a Dios gracias doy:
      Su Hijo, Jesús, es mi amigo.

Él me salvó cuando andaba yo perdido:
Mis culpas todas, por él, Dios perdonó.
Por eso quedo en amor a él rendido:
Su brazo fuerte del mal me rescató.


89


Tras la tormenta el arco surge,
   Tras negra noche, el arrebol.
Tras las tristezas que aquí hoy sufres,
   Está el mañana con tu Señor.

Si buscas rosas, verás espinas,
   Y si estrellas, oscuridad.
Así en las penas, si a Cristo miras,
   Será aún más grande su fiel bondad.

Si en esta vida no entiendes todo,
   No tengas miedo de proseguir;
Si vas con Cristo, tú no irás solo:
   Pon en sus manos tu porvenir.


90


      Tus lágrimas, una mañana
Las verás desvanecerse cual vapor.
      Si ves venir una tormenta,
No te olvides que tu Dios aún es Rey.

      De noche es gris la rosa,
      Mas el sol la hace brillar;
      Y el acero es templado
      En yunque y con calor.
      Ten fe, las cosas que te aquejan
      Dios las mandó en su amor
            Y pronto pasarán.

      Si nubes ves en tu horizonte,
Piensa que la lluvia al trigo hace crecer.
      No todo es cual tú lo piensas,
No temas, pues tu Dios, del mal traerá el bien.


91


      Un vaso tuyo quiero ser,
Do hay envidias, quiero dar amor;
Si veo ofensas, quiero dar perdón,
Y donde hay dudas, demostrar mi fe.

Maestro, haz que nunca busque yo
El ser amado, tanto como amar;
Ni el ser oído, más que escuchar;
Ni el tener, sino el dar de corazón.

   Un vaso tuyo quiero ser,
Tu esperanza quiero yo llevar,
Y ser la luz en la oscuridad,
Y amante guiar al ciego a tus pies.
      (Se termina con la primera estrofa)


92


Una hoja más del libro de tu vida se escribió,
¿Tiene algún error? ¿Hay algo que faltó?
¿Te apena ver las frases que tu mano anotó?
      Pues, no te desalientes,
      ¡Lo mismo me pasó!

      No es un secreto el poder de Dios,
      Si por mí lo hizo, por ti lo hará.
      En él confía, él te ayudará,
      No es un secreto el poder de Dios.

En tu hoja nueva, deja que te ayude mi Señor,
Él será la luz que marque tu error.
Si le obedeces, todo te saldrá a la perfección:
      ¡Con Cristo a mi lado,
      Soy más que vencedor!


93


Venid, ensalzad a Dios,
      Cantad con alegre voz;
Entrad con regocijo y con gratitud.
      Venid, vuestra voz alzad,
      Decid con sinceridad:
Señor, tú me creaste y tu hijo soy.

      Cantad a la Roca de salud,
      Recordad que él es Señor,
Y en gratitud, rendidle hoy loor.
      Mirad, en su mano está la mar
      Y los montes él formó;
Porque Jehová es poderoso Dios.

      Venid llenos de amor,
      Rendid vuestra adoración,
Entrad con reverencia y con devoción.
      Gozad, pueblo suyo sois;
      Mirad, cuánto os amó,
Venid, y arrodillados, a Dios adorad.

      Mirad, sus ovejas somos hoy;
      A sus prados nos llevó,
Su mano fiel nos cuida con amor.
      Caed de rodillas ante Dios
      Porque es nuestro Hacedor,
Reconoced que él nos redimió.

      Si Dios se manifestó,
      Y hoy os habló su voz,
Mirad que nunca haya incredulidad.
      Si Dios os llamó a servir,
      Rendid vuestro corazón;
Venid, y en la obediencia, hallaréis reposo.
         (Tomado del Salmo 95)


94


Yo alabaré tu nombre, Dios de Israel,
En presencia de mis hermanos te glorificaré.
Tus promesas son eternas, Santo Dios y Rey,
Tú que habitas entre las alabanzas de Israel.

Yo me postro en tu presencia, tuyo el reino es;
Ante los que tu nombre temen, mis votos pagaré.
Los mortales de la tierra a tus pies caerán,
Te serán tus siervos y tu justicia anunciarán.

Yo alabaré tu nombre Dios de Israel.
         (Tomado del Salmo 22:3,25,30,31)


95


Yo espero la aurora
      De aquel amanecer
Que mis penas, como a sombra,
      Haga prestas vanecer;
Cuando deje, con mi Amado,
      Este valle de dolor
Y entone dulce canto
A mi eterno Redentor.

Una estrella en el oriente
      Tras la niebla puedo ver
Que me dice: pronto viene
      Un glorioso amanecer.
De penumbra a arreboles,
      De aurora a plena luz
Huyan penas y dolores,
      ¡Ven, sí, ven, Señor Jesús!

Yo espero el regreso
      Del que en cruz por mí murió;
Su amante voz recuerdo:
      “Volveré”, me prometió.
Puedo oír ya sus pisadas
      Que se acercan al umbral.
¡Cuán ansiosa espera mi alma
      Este día sin igual!


96


Yo quiero contarte de Cristo Jesús,
Amigo cual él, jamás encontré;
Su vida entregó al morir en la cruz,
      Y ahora soy salvo por él.

Entrega tu vida a Cristo Jesús;
      No temas, él te aceptará.
Si decides seguirle cargando tu cruz,
      La victoria Jesús te dará.

Llegué a su lado pidiendo perdón,
Mi mal confesé, rogué su merced;
Caí a sus pies y sus brazos me abrió,
      Pidió que creyera en él.

Temía que un día pudiera caer,
Perdiendo su amor y mi salvación;
Y amante me dijo: Afirma tu fe,
      En mí, tú serás vencedor.


97


Yo sé que vive Jesucristo,
      Aunque por mí su vida dio.
Yo sé que estando yo perdido
      Su voz oí y me salvó.

      Yo sé, sí, sé que Cristo vive;
      Seguro estoy que volverá.
      A todos, sé, que él recibe,
      Y al que en él cree, la vida da.

Yo sé que a esta tierra vuelve
      Mi Redentor, y le veré.
Yo sé que vida eterna ofrece:
      ¡Grande es su amor y su poder!

Yo sé que cumple su promesa,
      Pues fiel es Dios: no mudará.
Yo sé que un día por mi regresa
      Y a su hogar me llevará.


98


Yo su gloria en los astros vi,
Y su voz yo en el viento oí:
Reina sobre cielo, tierra y mar:
¡Él es todo para mí!
Yo celebraré su Navidad:
Dios morando con la humanidad
Para libertar al pecador:
      ¡Él es todo para mí!

Hasta que por fe le conocí
Y su gracia me salvó, y así
Comprendí que en su infinito amor
Bajó del cielo y se entregó por mí.
Es por eso que le amaré,
Y sus pasos siempre seguiré
Y su nombre glorificaré:
      ¡Él es todo para mí!


99


Yo veré su hermosa faz un gran día glorioso
Cuando toda nube se haya despejado.
Mi tristeza cambiará en gran alegría,
No habrá oscuridad cuando vea su faz.

Lágrimas él limpiará un gran día glorioso
Cuando esta jornada haya terminado.
En aquel celeste hogar no habrá llanto y muerte;
Cesará todo afán cuando vea su faz.

A la puerta celestial, un gran día glorioso,
Seres bien queridos estarán reunidos.
De victoria cantarán en aquella hora:
Sin cesar loarán cuando vean su faz.


100


Yo vivía amargado, triste y sin solaz;
Por el peso del pecado, escondía mi faz.

      Tengo un canto nuevo hoy
      De alabanza a nuestro Dios.
      Tengo un canto nuevo hoy
      Porque Cristo me salvó.
      Perdonóme mi Jesús
      Por la sangre de la cruz.
      Paz y gozo da, nadie quitará.
      Tengo un canto nuevo hoy.

Una gran transformación tuve en mi vida aquí,
Cuando, por la fe en Cristo, vida recibí.

Nunca dejaré de alabar a mi Señor
Por tan grande salvación que diome en su amor.


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